La mitad de los gallegos de entre 25 y 34 años viven con sus padres

María Santalla REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

CESAR QUIAN

Solo ocho de cada cien jóvenes de entre 18 y 25 años se han independizado ya, y son las mujeres quienes dejan el hogar familiar antes que los hombres

20 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

160.876 jóvenes gallegos de entre 25 y 34 años viven todavía en el hogar paterno. Son el 47,60 % del total de personas de esa edad que viven en Galicia, lo que es lo mismo que decir que prácticamente cinco de cada diez -o que la mitad- de los vecinos de Galicia siguen viviendo con sus progenitores pese a haber soplado ya entre 25 y 34 velas. En esa franja de edad se incluyen los chicos que han acabado ya sus estudios y que se enfrentan al mercado laboral. Si el abanico se amplía y se tienen en cuenta los jóvenes desde la mayoría de edad hasta ese límite de 34 años, el porcentaje de personas que siguen en el nido familiar sube hasta el 62 %, y la cifra total de personas en esa situación crece hasta los 312.435, pues solo ocho de cada cien menores de 25 años han dejado en Galicia el hogar paterno.

De esos 312.435 chicos que siguen viviendo con sus padres casi la mitad, 147.179, no tienen ningún tipo de ingreso, 120.263 trabajan y otros 44.994 reciben otros ingresos no salariales.

Los datos que ayer hizo públicos el Instituto Galego de Estatística (IGE), y que corresponden a la Enquisa estrutural a fogares, desvelan que las mujeres dejan el hogar paterno antes que los hombres. A 31 de diciembre del 2013, el 94,29 % de los hombres de entre 18 y 24 años vivían con sus padres, frente a un 88,25 % de las mujeres. En el grupo de entre 25 y 34 años, el 53,96 % de los chicos no habían abandonado el hogar familiar, frente al 41,16 % de las chicas.

Pero si la foto fija que el IGE dibuja para ese cierre del año 2013 es desesperanzadora, la que perfila si se comparan esos datos con los de los años anteriores es todavía más negativa, puesto que el porcentaje de los jóvenes que permanecen en el hogar familiar hasta al menos los 34 años ha crecido tres puntos en siete años.

Si esa secuencia temporal se inicia antes de la llegada de la crisis, en el 2007, el porcentaje de personas de entre 18 y 34 años que no habían abandonado el hogar paterno era entonces el 59,11 %. Un año más tarde, en el 2008, eran el 59,64 % del total. En el 2009 el dato fue un poco mejor, y esa proporción bajó hasta el 59,01 %. Siguió bajando en el 2010 (58, 93 %) y en el 2011 (56,69 %), pero la tendencia se quebró en el 2012 con una importante subida que dejó el porcentaje en el 60,05 %. Un año después, en el que es el último índice disponible, las personas de hasta 34 años que continuaban viviendo con sus padres eran ya el 62 %.

Las cifras del IGE reflejan también a la perfección el declive demográfico gallego, pues si bien el porcentaje de chicos que no se independizan crece, la cifra total es más baja que hace unos años. Así, si en el año 2007 había 370.070 jóvenes que seguían viviendo con sus padres y estos representaban el 59,11 % del total, al cierre del 2013 el porcentaje había subido hasta el 62 % pero la cifra total había bajado hasta las 312.435 personas.

Un panorama demoledor para una situación demográfica de las peores de Europa

Aunque hay otros factores, como una «mayor tendencia en los países latinos a emanciparse más tarde», la explicación a este fenómeno hay que buscarla en la situación económica. Manuel Blanco Desar, economista y experto en demografía, habla de la insuficiente oferta laboral y de la devaluación salarial como dos de los desencadenantes de que los jóvenes tarden en dejar el nido familiar, sin dejar de lado otras razones como el precio de la vivienda o la falta de una política de vivienda que permita que las nuevas generaciones puedan establecerse por sí mismas. Además, en el caso de Galicia llueve sobre mojado, porque la situación demográfica de la que se parte es nefasta, con un envejecimiento poblacional cada vez mayor.

Tomar medidas para frenar esta situación es, a juicio de Blanco Desar, urgente, puesto que tiene «consecuencias fatales a medio y a largo plazo». La más evidente es el retraso en la edad de la maternidad. «Tenemos ya pocos jóvenes en edad fértil, y si a eso le añades que no pueden independizarse, el resultado es catastrófico», argumenta. «La situación demográfica de Galicia es una de las peores de Europa, y esto es demoledor», dice, hasta el punto de que, si no se frena esta tendencia, «dentro de diez años posiblemente no superemos los 10.000 nacimientos por año». «Tenemos poquísimos jóvenes y cada vez más mayores, y eso nos coloca en el abismo demográfico», advierte Manuel Blanco, quien anima a actuar cuanto antes para conseguir revertir esta situación.