De la leira rústica a las tallas de marfil

Susana Luaña Louzao
susana luaña VILAGARCÍA / LA VOZ

GALICIA

M. Moralejo

En el patrimonio incautado a los narcotraficantes hay de todo; desde las estatuillas de dudoso gusto del pazo embargado a Charlín a los Laxeiro que escondía Culebras

23 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En general no destacan por su gusto exquisito. Las familias que tradicionalmente se dedicaron al narcotráfico en la ría de Arousa proceden casi siempre de orígenes humildes en los que la necesidad de buscar de comer cada día estaba por encima de la educación. Por eso después, cuando lograron almacenar millones, prefirieron invertirlos en fincas y plantaciones de albariño -como hicieron Laureano Oubiña y Manuel Charlín- que en otro tipo de lujos que ellos no apreciaban. Aunque hay excepciones. Marcial Dorado, por ejemplo, hijo de madre soltera que a duras penas conseguía el jornal del día, envió a sus hijos a estudiar al extranjero para que no tuviesen que pasar por las mismas miserias. Y Juan Carlos González, Culebras, escondía en su casa tal cantidad de obras de arte, que puede caber la duda de si era capaz de apreciarlas estéticamente, pero seguro que sí tenía constancia de su valor económico.

Alrededor de las fortunas de los narcotraficantes corren muchas leyendas urbanas. Como la de los billetes que aparecieron flotando en las alcantarillas de Vilagarcía tras tirarlos por el retrete su propietario cuando la policía llamó a la puerta de su casa, o el que cambió toda la cocina por orden de su mujer porque el color de los muebles no iba a tono con las cortinas elegidas. Laureano Oubiña y Esther Lago, supuestamente, escondían los millones entre las vigas del pazo de Baión, y es cierto que cuando el inmueble fue embargado, había sospechosos agujeros en distintas estancias. Tanto ellos como los Charlines eran aficionados a levantar esculturas cuyos rostros recordaban a los miembros de las familias. El patriarca incluso colocó unas llamativas vidrieras en el pazo de Vista Real que ahora van a ser por fin retiradas del inmueble.

Madeja de sociedades

Cada uno a su manera. Las de Marcial Dorado eran más enrevesadas. Aconsejado por los asesores que siempre tuvo en nómina, los jueces aseguran que creó una madeja de sociedades -la mayoría con sede en el extranjero- tras las que en realidad se ocultaban bienes como la mansión en la que todavía reside su familia, las fincas que fue adquiriendo a su alrededor -se dice que Marcial es propietario de la mitad de A Illa- o los negocios que puso en marcha a lo largo de los años, como inmobiliarias, astilleros, párkings, gasolineras y dúplex en el centro de Pontevedra, así como los 72 millones de pesetas que aseguró que había ganado en la lotería cuando en el bar de al lado de su casa tocó el segundo premio del sorteo de Navidad.

Tan sorprendente o más es el patrimonio de Culebras. Casi diez millones decomisados en sus cuentas bancarias, chalés, naves industriales, parcelas, pisos, coches o el yate de lujo Netiños. Pero lo que más sorprendió a los agentes de Aduanas cuando entraron en sus casas fue comprobar que las paredes estaban llenas de cuadros en los que llamaban la atención firmas tan afamadas como las de Quessada, Lugrís o Laxeiro, hasta sumar noventa obras de arte a resguardo en el Servicio de Depósito de Bienes Muebles del Colexio de Procuradores de A Coruña, junto con catorce tallas de marfil. Y eso que Culebras llevaba años con una invalidez laboral, y su mujer era una simple ama de casa.