Ricardo Portabales, hijo de uno de los arrepentidos de la operación Nécora: «La vida del testigo protegido no se la deseo a nadie»

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

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PENIDE

Recuerda cómo tuvo que vivir completamente vigilado durante años

20 abr 2015 . Actualizado a las 15:26 h.

A sus 39 años, Ricardo Portabales está a punto de publicar el primero de los tres libros centrados en la figura de su padre, Ricardo Portabales, uno de los dos arrepentidos de la operación Nécora. Este fue el nombre que se le dio a la investigación que propició en los noventa el primer macrojuicio contra los clanes gallegos de la droga. Casi medio centenar de personas terminaron sentándose en el banquillo habilitado en la madrileña Casa de Campo -entre ellas, Laureano Oubiña, Manuel Charlín Gama o Alfredo Cordero-, si bien una quincena, entre los que se encontraban estos dos últimos, salieron airosos del proceso. Ricardo Portabales padre está considerado como el primer arrepentido del narcotráfico en España, aunque posteriormente mucho de lo que contó y aseguró haber vivido para delatar a los capos de la droga fue puesto en entredicho. Hoy en día, a punto de cumplir 60 años, se cree que puede estar en Sudamérica. Su primogénito, que repite una y otra vez que no puede ver a su progenitor, se dispone a publicar «mi verdad» sobre cómo fue aquella investigación y cómo han sido las dos décadas en las que estuvo protegido por las fuerzas y cuerpos de seguridad.

-¿Por qué la trilogía?

-Por mi madre. Todo esto empezó por mi madre. No es justo que después de veinte años de servicios prestados a España, Interior o la Audiencia Nacional o quien sea le haya dado una patada a mi madre... Cuando mi padre la abandona y se marcha para Sudamérica se le presentaron en casa dos mandos policiales diciéndole que se tiene que ir. Entonces mi madre se pone en contacto conmigo: «Ricardo, que me echan a la calle».

-¿Cuál fue su reacción?

-Me personé en la Audiencia Nacional. Intento entrevistarme con Baltasar Garzón pero ya no estaba, fue la época en la que lo habían quitado de en medio. Me reúno con unos jueces, con unos fiscales, y me dan una serie de detalles y pautas a seguir reconociéndome que es injusto lo que habían hecho con mi familia, reconociéndome, incluso, que se había cometido un error por parte del Ministerio del Interior. La quieren dejar en la calle, ni un piso de protección oficial, ni dinero para rehacer su vida. Me líe la manta a la cabeza y me dije que, si no está Portabales padre aquí, tendré que coger las riendas de la familia. Con el apoyo de mis hermanos y mi madre me decidí a contar la verdad, mi verdad de la operación Nécora, porque no fue oro todo lo que relucía.

-Fue una operación en la que hubo muchos claroscuros.

-Eso lo sabe toda España. Abogados y fiscales que estuvieron en la Casa de Campo en el macrojuicio reían y se preguntaban «esto qué es», se incriminaba a gente que Portabales ni conocía. Si realmente Portabales padre mintió o no mintió, sinceramente creo que tiene que ser un juez el que lo tiene que determinar. Solo puedo hablar de lo que escuché aquellos años y de mi verdad.

-¿Cómo valora la vinculación de su padre con el narcotráfico? ¿Y su confesión posterior?

-Creo que es algo que él tendrá que contestar. Yo era un niño. He escuchado muchas cosas. Es verdad que he escuchado muchas conversaciones... Pero, insisto, no fue oro todo lo que relucía en lo que contaba Portabales sobre mucha de la gente que fue encausada... Recuerdo cómo un mando o un fiscal le decía a mi padre que cómo podía nombrar a ese hombre si no lo conocía de nada. Con eso contesto a todo.

-En cualquier caso, ¿no queda un poco lejos la operación Nécora?

-No. Tengo 39 años y la gente que me rodea está interesada en el tema, me lo preguntan. Incluso, algún instituto y alguna universidad contactó conmigo para dar una charla. ¿Si me preguntas si es un tema pasado? Está claro que sí para algunos señores. No les interesa el tema de la familia Portabales, una familia que estuvo protegida veinte años y que se tapó a la opinión pública, sea por su condición de testigos protegidos, sea por otras cuestiones. Creo que se tapó por otras cosas. Quiero que se sepa lo que pasó, lo que pasó con una mujer inocente del todo y con unos niños que fueron protegidos, día y noche, por más de veinte hombres con metralleta a la cintura.

-¿Cómo es la vida del testigo protegido?

-Definiría mi historia como una película. Hombres armados, con chalecos antibalas y mirando al cielo todo el tiempo, jugando con ellos en la piscina... Si necesitábamos ir al Retiro se creaba todo un dispositivo con más de siete coches, incluso con contravigilancia, como si pasara el presidente del Gobierno. La vida del testigo protegido no se la deseo a nadie, no le deseo a nadie lo que han pasado mi familia. Es dura, es muy dura. Ahora estoy en mi tierra después de veinte años y estoy porque he llorado mucho. He llorado muchísimo por estar en mi tierra. Era el primogénito, tenía 16 años, y me enteraba de todo. Perdí mis amigos, mi infancia, mis tíos... Por eso, me dije no más. Me voy a mi pueblo. No le debo nada a nadie. Llevo tres años y medio viviendo en Pontevedra y la verdad es que me han sorprendido los abrazos y cómo los vecinos se volcaron.

-¿Y no siente temor?

-No le temo a nada ya. Tengo respeto por todo el mundo, pero no le temo a nada. Una de las cosas que aprendí en estos veinte años, sinceramente, es a morder la lengua. Es eso lo que he aprendido. No vale de nada... Si me preguntan si agradezco el paso que dio mi padre. Sinceramente, no, no agradezco nada de eso. Sé que las asociaciones antidroga pueden llegar a echar las manos a la cabeza, reconozco que toda esta gente ha luchado contra la droga, pero realmente la madre coraje es mi madre y otras llevaron el mérito. Mi madre no fue reconocida por ninguna asociación, por nadie. Hasta que no me demuestren lo contrario, no confío.

-¿Y que ofrece en la trilogía que va a publicar?

-El primer libro, El diario de mi padre, surge cuando mi padre se marchó y mi madre quiere tirar todo a la basura. En aquel pasillo había unas cajas: "Mamá, ¿qué es eso?. Eso es mierda de tu padre", me dice. Encontré documentación del Ministerio del Interior y bastantes folios escritos por él a mano. Hace tres años, Portabales padre me dijo que no se me ocurriese plasmar eso. Por reproche a él, me digo que esto se tiene que saber. El segundo libro, Unos niños en las cloacas del Estado, cuenta lo que fue la operación Nécora y la entrada en Madrid como testigos protegidos, y el tercero lo quiero titular Las mentiras de Portabales.