Morir en Bosnia a los 18

María Santalla REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Hablan la madre y el hermano de los primeros militares gallegos caídos en una misión internacional. Murieron en los Balcanes, de donde acaba de regresar el último contingente

22 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Agustín Maté se fue a Bosnia sin que su madre y sus hermanos lo supiesen -«hubiésemos hecho lo posible por que no fuese», dice su hermano Rubén-. Isaac Piñeiro siempre había querido ser soldado. Los dos murieron en una soleada mañana del mes de junio de 1993 en aguas del río Neretva, en Dreznica, después de que el blindado en el que viajaban quedase sin control en un puente y se precipitase por una pendiente hacia el río. Ocurrió un día 19. Era sábado. El 21 a las cuatro de la tarde aparecía el cuerpo de Agustín y, a miles de kilómetros, en San Clodio (Ribas de Sil) se esfumaba la esperanza que sus familiares todavía mantenían. La familia de Isaac aún tendría que aguardar un poco más para confirmar la noticia que nunca hubiesen querido protagonizar. El cadáver del joven ourensano fue localizado a las nueve de la mañana del martes 22. Los dos eran caballeros legionarios paracaidistas y habían sido desplegados con la agrupación táctica Canarias. Los dos tenían 18 años. Los dos fueron los primeros soldados gallegos que perdieron la vida en una misión en el exterior.

Agustín Maté Costa era el mayor de tres hermanos. Le seguía Rubén, a punto de cumplir los 17, y David, de solo 8. Rubén tiene hoy 39 y el orgullo y la tristeza le salen a partes iguales al recordar a su hermano. Cuando murió, Agustín llevaba casi dos años en las Fuerzas Armadas, «le gustaba y se metió, lo hizo por convicción. Tiene varios diplomas y varios récords. Se levantaba a las siete de la mañana y se iba a hacer deporte, se presentaba voluntario a todo, él nunca se quedaba quieto en el cuartel. Decía que quería vivirlo al cien por cien. La verdad es que nos hacía sufrir mucho».

Una carta en papel higiénico

Sin duda el joven paracaidista era consciente del sufrimiento de su familia, y quizás por eso no les dijo nada cuando decidió participar en la recién inaugurada misión de Bosnia. «Se fue sin decirnos nada. Llevaba allí como un mes cuando nos enteramos, porque nos escribió. Cuando estaba fuera siempre nos escribía, incluso durante unas maniobras nos envió una carta escrita en papel higiénico».

A ojos de su hermano, Agustín era un auténtico héroe -«para mí era lo mejor del mundo»-. También lo era para sus allegados: «Muchos amigos suyos y míos se hicieron militares por él». Pero Rubén hubiese preferido que su hermano siguiese vivo. «No llegamos a disfrutar mucho de él, tendría que haber intentado quedarse en un despacho. Nunca merece la pena, aunque yo sé que él hubiese dicho que sí, que merece la pena, pero yo creo que no, en ningún momento. Mi madre se fue apagando y murió cuatro años después. Nosotros lo único que perdimos fue gente querida».

«Pedía cosas para los niños»

Carmen, madre de Isaac Piñeiro Varela, sigue emocionándose cuando habla de su hijo, porque «un hijo está para siempre». La de Bosnia era su primera misión. Y, como en el caso de su compañero Agustín, como en tantos otros casos, su ilusión era la preocupación de sus familias. «Él iba con mucha ilusión. A nosotros no nos hacía gracia, pero a él le gustaba». Así que allá se fue, y aunque «no le dio tiempo a disfrutarlo mucho», sí pudo dejar su granito de arena en aquella tierra castigada por la guerra. «Cuando llamaba siempre pedía que en los paquetes le mandásemos cosas para los niños, nunca pedía para él, siempre para los niños de allí», recuerda su madre.

Isaac era vecino del barrio ourensano de Vistahermosa, donde su familia sigue residiendo y donde una calle lleva hoy su nombre. No fue el único homenaje que recibió el soldado fallecido en Bosnia. El grupo de rock Los Suaves, también de su mismo barrio, le dedicó una canción, Ourense-Bosnia, que acabaría convirtiéndose en uno de sus grandes éxitos: «Su nombre era Isaac, sus cabellos largos y su vida aún muy corta», comenzaba a entonar Yosi en una letra en la que no olvidaron tampoco el dolor de su madre -«tras cada soldado siempre hay una mujer... Le quitaron a su hijo, su vida es vida de nada»-. Más de veinte años después, Carmen sigue agradeciendo estos gestos de apoyo por parte de los ourensanos. En su caso, pese a haber perdido a su hijo, cree que «siempre merece la pena, porque se ayuda a mucha gente. Ahora están en Afganistán, por ejemplo, haciendo un gran trabajo».

La misión en Afganistán, en efecto, continúa. La de Bosnia acaba de finalizar casi 23 años después de su inicio. Fue la primera gran campaña en la que participaron las Fuerzas Armadas españolas, que llegaron al país en noviembre de 1992 formando parte de los 22.500 efectivos de 13 países que se desplegaron en los Balcanes. Llegaban con la misión de vigilar que se cumpliesen los frágiles acuerdos de paz que pocos meses después estallarían abriendo una nueva guerra. Entre sus cometidos figuraba también el de garantizar que los convoyes cargados con ayuda humanitaria llegasen a sus destinatarios, las víctimas civiles de la guerra.

Con aportaciones de Carlos Cortés y Mar Gil.

Más de 46.000 españoles han servido en la antigua Yugoslavia

Las Fuerzas Armadas españolas llevaban pocos meses en los Balcanes cuando Agustín Maté e Isaac Piñeiro fallecieron. El primer contingente había llegado a la zona en octubre de 1992. Desde entonces hasta la actualidad los militares españoles estuvieron siempre bajo las órdenes de las Naciones Unidas, la OTAN y la Unión Europea. Más de 46.000 profesionales del Ejército de Tierra, del Ejército del Aire y de Infantería de Marina han participado en esta misión internacional cuyo cometido fue, en un primer momento, tratar de evitar los enfrentamientos y, una vez conseguida la pacificación de la zona, trabajar para estabilizarla.

El área de responsabilidad de los destacamentos españoles se situó fundamentalmente en el sur del país, y desde allí trabajaron también en misiones de apoyo humanitario a la sociedad civil.

El equipo que acaba de poner fin a la misión de Bosnia estaba integrado por seis militares y cuatro intérpretes que trabajaban en el asesoramiento al Mando de Adiestramiento y Doctrina (MADOC) de las Fuerzas Armadas bosnias. Esta tarea se desarrolló en nueve rotaciones a lo largo de los últimos cuatro años y medio.

Pese a que el trabajo de las Fuerzas Armadas españolas en Bosnia se ha dado por concluido, España seguirá manteniendo una representación militar en ese país. Lo hará a través de su participación en el cuartel general de EUFOR (Fuerza de la Unión Europea) desplegado en Sarajevo.

A punto de finalizar su servicio en Bosnia, el último equipo no quiso dejar el país sin rendir homenaje a los españoles que dejaron la vida a lo largo de los 23 años de presencia militar española en los Balcanes, dos como consecuencia de sendos infartos, cuatro en atentados y los 17 restantes en accidentes de tráfico o aéreos. Con ese fin se organizó un acto en la plaza de España en Mostar en el que participaron la embajadora de España en Bosnia-Herzegovina, María Aurora Mejía, el alcalde de Mostar, Ljubo Beslic, y el general de brigada Amador Enseñat.

Un monumento recuerda en esa plaza de España de Mostar a los 23 soldados españoles que fallecieron en tierras bosnias. Al pie de esa estatua se depositó una corona de flores. Fue el último homenaje a Agustín Maté, Isaac Piñeiro y los 21 compañeros que dejaron su vida sirviendo a las Fuerzas Armadas en Bosnia.