Biopolítica

José Ramón Amor Pan
José Ramón Amor Pan UN INFORME POLÉMICO

GALICIA

12 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque cansado, estoy muy satisfecho. La crisis abierta en el seno de la Comisión Galega de Bioética ha servido para que la ciudadanía se enterase de su existencia (lo que en sí mismo ya es un punto importante) y, sobre todo, ha servido para poner la bioética en la agenda de la vida pública de Galicia. Ha servido para que en el corto plazo se dote a la comisión de una nueva regulación que garantice de manera más clara su independencia y autonomía, así como su vocación de servicio a todos los gallegos en las materias de su competencia, que son todas las que tienen cabida bajo el término bioética. Espero que se aproveche la ocasión para dotarla de los recursos y medios necesarios para que pueda desarrollar sus funciones con la debida eficacia.

Aquí no hubo ni ganadores ni perdedores. La bioética no entiende ese lenguaje. Pero es que, además, la conselleira de Sanidade hizo lo que debía hacer: a pesar del ruido mediático y partidista (espero que los partidos de la oposición hayan aprendido algo de bioética), se sentó con humildad y en un plano de igualdad a debatir con todos nosotros para entender qué es lo que había pasado, cuáles eran los argumentos que estaban sobre la mesa y cuál era el curso de acción que deberíamos seguir en este contexto concreto. Fue valiente, y es de justicia reconocerlo públicamente.

La biopolítica es ineludible (Aristóteles ya dejó sentado que Ética y Política han de ir de la mano). La biopolítica es el punto de intersección entre la Bioética y el bioderecho. No en el sentido que le daba al término Michel Foucault como aparato de poder, sino simplemente como el debate político de las cuestiones morales que tienen que ver con las ciencias biomédicas y la sostenibilidad del planeta. De este modo, la bioética debe llevar a cabo una reflexión global y crítica sobre el bioderecho y sobre la biopolítica: sin bioética, ambos son ciegos; y la bioética sin ellos resulta vacía y estéril, un brindis al sol. En consecuencia, lo que se espera de quienes nos dedicamos a la bioética no es una mera descripción fáctica de cómo es la legislación en estas cuestiones: nos corresponde reflexionar sobre las normas vigentes, a la luz de la dignidad humana y de los cuatro grandes principios de la bioética, y emitir una valoración fundada y prudencial. Eso es lo que hemos intentado hacer.