Del poder monolítico a la lucha por el control del PP lucense

Xosé María Palacios Muruais
xosé maría palacios LUGO / LA VOZ

GALICIA

El fallecido dirigente presidió el partido con autoridad. Ahora, sin una mano de hierro, hay una pugna interna con dos frentes

09 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Lugo fue uno de los pilares sobre los que Manuel Fraga levantó sus mayorías absolutas. Apoyó sus conquistas en sus centuriones: Cuíña en el sur. Romay en el norte. Baltar en el sureste. Y Cacharro en el noreste. Eran tiempos en los que el partido mostraba en la provincia una unidad que nadie, por lo menos en público, osaba cuestionar. Poco importaba que hubiera diferencias entre los de la boina y los del birrete. Con los resultados en la mano, Cacharro logró poner una pica en el Gobierno de la Xunta al colocar a los exconselleiros Manuela López Gómez Besteiro y Celso Currás.

Sin embargo, ni los ciclos políticos son eternos ni los compañeros de partido equivalen a fidelidad permanente. El poder que tenía Cacharro en Santiago empezó a diluirse tras la derrota electoral en las urbes en 1999. Fraga comenzó a pensar en una renovación y colocó en el punto de mira a Cacharro y a Romay Beccaría. El lucense logró mantener el control de la Diputación hasta el 2007, cuando perdió la mayoría absoluta. Y aunque la operación Muralla le asestó la estocada final, fueron sus rivales dentro del partido los que lo desgastaron más que los fiscales o sus contrincantes del PSOE y del BNG.

La marcha de Cacharro del primer plano político abocó al PP provincial a una travesía del desierto en la que surgieron dudas sobre quién iba a llevar sus riendas, algo inimaginable hace solo unos años. A solo dos meses de las municipales, en las que las previsiones de los resultados del PP no aseguran la posibilidad de presidir la Diputación lucense, sobreviven dos opciones para optar al poder en San Marcos. Aunque el partido no asuma una postura oficial, existe batalla entre dos nombres. Por un lado, la delegada de la Xunta en Lugo, Raquel Arias; por otro, la portavoz en la Diputación lucense, Elena Candia. La primera, aunque nadie lo ha dicho públicamente, sería una apuesta de Feijoo. De hecho es del Club de la Complu, donde se relacionó con la esposa del conselleiro Francisco Conde (íntimo de Feijoo desde hace años). La segunda, es la candidata de Barreiro.

Esto se traduce, para algunos, en una nueva reproducción de la pugna entre un PP afín a los dictados de Santiago y otro más cercano a los resortes de poder de la provincia. Aunque el cacharrismo parece haberse ido de la escena política con Cacharro, quedan reminiscencias de sus antiguas batallas.