Sentidiño, por favor

José Ramón Amor Pan DOCTOR EN TEOLOGÍA MORAL Y EXMIEMBRO DE LA COMISIÓN GALEGA DE BIOÉTICA

GALICIA

05 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En mi artículo del pasado lunes invitaba a la reflexión. Sin embargo, los portavoces parlamentarios de PSdeG, AGE y BNG solo han usado la descalificación y el insulto contra la conselleira de Sanidade y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, han pedido injustamente su dimisión. Bochornoso espectáculo, rediez. De bioética, nada de nada. Y eso no era lo que yo pretendía con mi artículo. Si alguien tiene que dimitir, o ser cesado, es quien ha demostrado su torpeza e ineptitud para presidir la Comisión Galega de Bioética, no la conselleira. No se puede radicalizar este asunto, sino tender puentes.

La democracia representativa es condición necesaria de la vida pública en una sociedad liberal y pluralista, pero no es condición suficiente. Para esto último, es preciso incrementar las vías de participación y deliberación colectiva, mediante vías propositivas y deliberativas. Con sosiego. Sin miedo. Con coherencia. En una sociedad liberal los desacuerdos deben resolverse mediante la deliberación prudencial y la búsqueda de consensos que vayan mucho más allá de los simples acuerdos políticos y de la batalla partidista. Es en este contexto en donde adquiere sentido la Bioética. Así lo entendieron Potter y Hellegers, Beauchamp y Childress, Francesc Abel y Javier Gafo, y tantos otros personajes que están en los orígenes de la Bioética. Así lo ven también Diego Gracia, Adela Cortina, Carlos Romeo Casabona, Victoria Camps, y tantos otros. Y así lo veo yo.

En este empeño es necesaria la colaboración y no la mutua descalificación. Nuestros políticos deberían leer el excelente artículo que publicó ya en 1997 Francesc Abel con el título Bioética y democracia deliberativa. Abel insistió a lo largo de toda su vida, y lo practicó con coherencia, que el diálogo bioético se sustenta en el respeto al otro, en la tolerancia, en la escucha atenta, en una actitud interna de humildad, en el reconocimiento de que nadie está en posesión de la verdad absoluta, en la aceptación de la posibilidad de cuestionar las propias convicciones desde otras posiciones. Tenemos que aprovechar este episodio para retomar la senda del diálogo bioético en nuestra comunidad. Creo en la buena fe de la conselleira cuando afirma que esta es su intención. En este punto, espero, nos volveremos a encontrar todos.