El acusado reconoce los contactos con la joven, pero dice que «siempre fueron consentidos». Se investiga si cogía el dinero de los cepillos del santuario
27 feb 2015 . Actualizado a las 01:55 h.«Se me fue la cabeza». Eso repitió en varias ocasiones el fraile franciscano Jose Quintela Arias, de 57 años, que atendía el santuario de O Cebreiro, y que desde primeras horas de la tarde de ayer está en prisión acusado de abusos sexuales y prostitución. El acusado reconoce que mantuvo varias relaciones sexuales con una joven de 17 años, «pero siempre fueron consentidas», según insistió en su larga declaración en el Juzgado de Instrucción de Becerreá.
El fiscal cree que también es autor de un delito de prostitución por entender que pagó a la menor por esas relaciones sexuales. Sin embargo, el fraile admitió que dio dinero a la muchacha, pero no para tener sexo con él, sino para ayudarla a ella y a algún miembro de su familia.
Los agentes de la Guardia Civil que investigan el caso también consideraban que el fraile pudo haber sido autor de un delito de apropiación indebida y que el dinero que daba a la joven proviniese de los cepillos del santuario de O Cebreiro, donde se recauda tanto dinero que hay épocas en las que acude a recogerlo un furgón blindado. Pero esa imputación solo se producirá si se concreten las investigaciones.
La Guardia Civil intervino al sospechar que el fraile podría mantener relaciones sexuales en contra de la voluntad de algunas personas que, en un caso no alcanzarían la mayoría de edad. Todo comenzó cuando una vecina se enteró casualmente de una proposición que supuestamente Quintela le hacía a través de WhatsApp a una joven de 15 años. La vecina que estaba al lado de la muchacha identificó al remitente del mensaje y, alarmada, le arrebató el móvil a la menor y siguió ella la conversación con el fraile. Ahí comenzó la preocupación de los padres de la zona.
En la investigación, los agentes descubrieron que el fraile supuestamente mantenía relaciones con una muchacha, que ahora tiene 17 años. Él no lo negó. Y tenía difícil hacerlo porque los agentes hallaron fotos de contenido sexual de los dos. Los investigadores revisaron el iPad del fraile, pero supuestamente había borrado fotos que podrían ser comprometidas. Pero se olvidó de las del teléfono móvil.
Las supuestas relaciones sexuales las mantuvo incluso en la sacristía del santuario, según consta en el atestado. Y habría usado también una casa que tiene en San Xoán do Río, en Trives (Ourense). Los investigadores, que localizaron su nombre en los registros de pensiones ourensanas, reflejan que el fraile le pidió en una ocasión a la joven que fuese con él a Trives a ayudarle a limpiar la casa. Esa noche durmieron juntos.
La investigación también se centró en un discapacitado de 20 años de edad, familiar de la joven. No se descarta que al menos en una ocasión hubiese quedado con el fraile y la chica para participar en un encuentro. El joven aseguró que sí había participado, pero ofreció versiones contradictorias.
«Los peregrinos suelen llorar y a veces me contagian»
La noticia de la detención del fraile y su encarcelamiento causó un gran revuelo en la zona de Pedrafita en la que el padre José es muy conocido. En un reportaje de La Voz en el 2011 sobre O Cebreiro, el fraile Quintela afirmaba: «Los peregrinos suelen llorar mucho, y a veces me contagian y también lo hago yo». El próximo octubre cumpliría cinco años en O Cebreiro, donde era considerado solidario y colaborador con los vecinos.
Profesó su voto en la congregación franciscana hace unos 38 años. Nació en la provincia de Ourense, pero comenzó sus estudios en Los Escolapios de Monforte. Luego se fue a Salamanca para hacer delineación. En un curso de teatro conoció la vida de San Francisco de Asís y quedó enganchado. De hecho, al poco tiempo fue a un retiro a los franciscanos de Ponteareas, donde guardan un buen recuerdo de él. Como fraile estuvo ocho años en Santiago, nueve en Marruecos y otros tantos en Ourense. En octubre del 2010 lo destinaron a O Cebreiro donde había otros dos monjes. Al jubilarse el párroco, el Obispado encargó a los franciscanos el cuidado del santuario y de otras doce parroquias.
El Obispado aparta al religioso, y la congregación dice que incurrió en una «grave ofensa»
El Obispado de Lugo anunció ayer que «prohíbe de manera cautelar» la presencia de «un hermano franciscano de la comunidad de O Cebreiro» en las parroquias de dicha unidad pastoral, «así como cualquier otro tipo de colaboración pastoral en el territorio diocesano». Cuando esta información fue distribuida los responsables de la diócesis lucenses no sabían aún cuál iba a ser la decisión del juez de Becerreá. El Obispado recordó que el fraile no es sacerdote ni tiene encomendados oficios eclesiásticos, aunque era la cabeza visible del santuario de O Cebreiro. La comunidad a la que pertenece mostró su «hondo pesar por la grave situación y el más profundo rechazo hacia los presuntos delitos que han sido objeto de denuncia; pesar y rechazo que son, si cabe, más intensos por la condición religiosa del imputado, que añade a la grave ofensa a las víctimas, la ofensa a Dios y a sus hermanos de fraternidad».
José Quintela, que fue detenido el lunes, dijo que estaba «profundamente arrepentido» de lo que había hecho: «No sé lo que estaba haciendo». Reconoció que había entregado cantidades de dinero a la muchacha, pero dijo que era para ayudarla a ella y a su familia. En una ocasión le dio 200 euros para que comprase unas gafas a su hermano y también le pagó por unas limpiezas en un cementerio. Al parecer, en algún momento de la investigación la joven llegó a manifestar que recibió en ocasiones entre 200 y 300 euros, coincidiendo con encuentros con el religioso que, supuestamente, le daría dichas cantidades antes y después de quedar. El religioso lo negó. En las fotos que le incautaron hay algunas en las que supuestamente aparece con billetes de euro.