«Me estafaron con un falso trabajo de acompañante de mujeres ricas»

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

Un joven de Culleredo víctima de un timo telefónico llegó a hacer 1.500 llamadas a un 803 después de ver en Internet una oferta para ser gigoló

28 abr 2023 . Actualizado a las 20:02 h.

La mujer juzgada ayer en A Coruña tenía en el 2012 una de esas empresas de líneas eróticas. Unas veinte chicas respondían desde un piso de Málaga a las llamadas de hombres de toda España a través de un 803 (1,16 euros por minuto desde red fija, y 1,51 euros desde red móvil). Hasta aquí, nada fuera de la ley. La razón de que esa mujer ocupara ayer el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial fue porque un joven de Culleredo la denunció por estafa. Contó que en marzo del 2012 se encontró con una oferta de trabajo en Internet que, supuestamente, había publicado la procesada. En ella se le decía de que si quería ganarse la vida como acompañante de mujeres adineradas debería llamar a un teléfono que empezaba por 803 y ahí le informarían. Como al chico le gustó el trabajo, cogió el teléfono y marcó el número. Dice que en aquellas primeras llamadas se le decía que para tener una cita con una clienta tenía que tener una clave que le irían desvelando, letra a letra, en sucesivas conferencias. Y si se le ocurría colgar o dejar de llamar, le tendrían que enviar la factura de las llamadas y perdería el empleo. Así que entre las ganas de tener un sueldo y el miedo a que le cobrasen las conferencias, el joven realizó entre febrero y marzo del 2012 un total de 1.500 llamadas. Paró porque a su padre le llegó una factura de ese 803 por un total de 50.000 euros. Fue cuando denunció. Primero en Consumo y luego en la Guardia Civil.

Ante la jueza de la sección segunda de la Audiencia, la acusada clamó por su inocencia. Negó haber puesto en su vida un anuncio en Internet, que todos los que ponía eran en prensa. Y que su empresa de líneas eróticas, que tuvo que cerrar con el tiempo por los impagos, solo eran eso, líneas eróticas. Afirmó que nunca ofreció trabajos de ese tipo y que, mucho menos, empleó esas argucias para estafar. El fiscal le recordó que tiene denuncias por estafa por todo el país y ella respondió que ninguna terminó en condena por el momento.

Dicho eso, entró en la sala el padre de la víctima, el hombre que se llevó «un susto de muerte» cuando le llegó a casa la factura de 50.000 euros. No quiere que le devuelvan el dinero porque no lo llegó a pagar, pero sí que lo indemnicen por los daños morales causados en su familia porque «este tipo de cosas destrozan a cualquiera».

Su hijo quiso contar cómo lo habían engañado, cómo pudo haber realizado hasta 1.500 llamadas en dos meses sin desconfiar, cómo pudo «tragarse» el cuento. Pues tan sencillo como que le advertían de que si dejaba de hacerlo, de comunicarse con ellos a diario y a todas horas, le tendrían que cobrar las llamadas realizadas hasta ese momento.

¿Qué le animó a interesarse por un trabajo como ese? «La necesidad», dice. «No tenía trabajo y eso me podía reportar un dinero mientras no encontraba algo serio y mejor», añade. Visto lo ocurrido, «esto es una estafa que se hace a diario dañando muchos hogares y familias, le puede pasar a cualquiera y los culpables deben pagar por ello. Se aprovechan de las desgracias y me estafaron con un falso trabajo de acompañante de mujeres ricas».