Castiñeiras dice ahora no haber visto el Códice y que confesó bajo presión

Elisa Álvarez / Xurxo Melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

La mujer y el hijo del exelectricista de la catedral aseguran que nunca vieron un fajo de billetes en casa y que el acusado les ordenaba que no se acercasen a su escritorio

21 ene 2015 . Actualizado a las 09:51 h.

El segundo día del juicio por el robo del Códice Calixtino tenía todos los ingredientes para convertirse en la jornada estrella. Fue el turno de las declaraciones de los tres acusados: Manuel Fernández Castiñeiras, ladrón confeso del Códice y al que se acusa de cuatro delitos distintos; su mujer, Remedios Nieto, a quien se le imputa un delito fiscal; y el hijo del matrimonio, Jesús Fernández Nieto, al que se acusa de este mismo delito.

La declaración del electricista, sin embargo, nada tuvo que ver con la que hizo ante el juez instructor, Vázquez Taín, tras su detención. Ayer se negó a responder a las preguntas del fiscal y de la acusación particular, y solo contestó a las formuladas por su abogada, Carmen Ventoso. Fueron poco más de cinco minutos en los que arremetió contra el juez instructor, de quien asegura que «se burló» de él, y contra los registros en sus viviendas. También dijo no haber visto el Códice y justificó los 1,7 millones hallados en sus propiedades en sus años de trabajo y su gran capacidad de ahorro. Esta es la transcripción de sus palabras.

Abogada de la defensa (D). M ¿Recuerda usted lo que declaró (con relación a la declaración tras la detención)?

Manuel Fernández (M. F.). No.

D. ¿Ratifica usted sus declaraciones? (Si no las recuerda no las puede ratificar, aclara el presidente del Tribunal, Ángel Pantín). No recuerda el contenido de sus declaraciones, pero ¿recuerda haber hablado, haber contestado a las preguntas de algún juez?

M. F. Sí.

D. ¿Declaró usted libre y voluntariamente cuando le preguntaban?

M. F. No, me sentí maltratado, mi mujer y mi hijo estaban detenidos, y me dijeron que si no declaraba que estarían en prisión o algo así, me dijeron que declarara porque habían encontrado el Códice. El juez se burló de mí, me sentí un poco... porque el juez se burló de mí.

D. ¿Recuerda usted si entraron en su casa?

M. F. Sí.

D. ¿Recuerda usted en qué momento le detienen y dónde le detienen?

M. F. Sí, venía de tomar un café y me detuvieron junto a la catedral, me llevaron a la comisaría, me metieron en un coche, me llevaron a Milladoiro. Ahí esperamos que viniera el juez con otros policías. Me mandaron subir arriba, abrir la puerta, el juez, entraron todos. Luego vino mi mujer, que venía de la compra, y después mi hijo, y nos metieron a todos en la cocina.

D. ¿Quién le dice a usted que abra la puerta?

M. F. El juez.

D. ¿Y le dice algo más, porque habla usted de que esperan un coche, que luego llegan más personas, sabe usted quiénes eran esas personas, era policía?

M. F. Dijeron que eran policías.

D. ¿Y qué más le dicen?

M. F. Que iban a hacer un registro, que nos metiéramos allí y que no nos moviéramos de la cocina.

D. ¿Usted cuando entra en el registro lo primero que hacen es meterlo en esa cocina?

M. F. Sí.

D. ¿Y en ese momento están su mujer y su hijo?

M. F. No, mi mujer vino a continuación de la compra y mi hijo vino a continuación también.

D. ¿En ese momento, alguien habla con usted, algún abogado?

M. F. No, ningún abogado ni ninguna persona vino a hablar conmigo.

D. ¿Usted ha trabajado en algún momento de su vida?

M. F. Sí.

D. ¿Recuerda dónde?

M. F. Desde el 65 hasta el 82 por nómina en varias empresas, y desde el 82...

D. Y el dinero que ganaba, ¿qué hacía con él?

M. F. Lo guardaba en mi casa, y a veces prestaba así a alguna gente necesitada a bajo interés.

D. ¿Usted trabajó en la catedral?

M. F. Sí.

D. ¿Recuerda cómo le pagaban? ¿Le ingresaban en alguna cuenta?

M. F. No, en mano siempre, y con lo que tenían a mano.

D. Señor Castiñeiras, en el caso de que se encontrase dinero en su casa, ¿podría tener origen en el trabajo?

M. F. Sí, claro.

D. ¿Cuándo se enteró usted? ¿Vio en algún momento usted el Códice Calixtino?

M. F. No.

D. ¿Le dijeron que lo habían encontrado, quién se lo dijo?

M. F. La policía cuando estaba en el calabozo.

Finalizada la escueta intervención de Fernández Castiñeiras en los juzgados compostelanos de Fontiñas, y al negarse a responder al fiscal y a la acusación particular, fue necesario emitir la declaración que había prestado ante el juez instructor tras su detención. Sí respondieron a las tres partes -fiscal, acusación particular y abogada defensora- la mujer y el hijo del ladrón confeso del Códice, y lo hicieron con argumentos muy similares.

«Aforraba moito»

Pese a que en el registro realizado en las viviendas se encontraron 1,7 millones de euros repartidos en distintos lugares, ninguno de los dos vio ningún fajo de billetes en ningún momento. Remedios Nieto, la esposa de Castiñeiras, no se percató nunca de que hubiese dinero en el escritorio de su marido. Y sobre los pisos comprados: «Eu fun ao notario, mandáronme firmar e punto». En respuesta al abogado de la catedral sobre cómo es posible que su marido tuviese dinero para adquirir las propiedades, respondió que tiene «a sensación de que aforraba moito». Lo mismo contestó a su abogada, Carmen Ventoso, cuando le inquirió si vio fajos de billetes: «Non, non», reiteró, «á vista non vin diñeiro». Ni siquiera en el armario de su dormitorio de la casa de A Lanzada-Noalla, en donde había una carpeta con dinero en una bolsa, «eu pensei que eran cintas», sugirió.

De hecho, tanto la mujer como el hijo insistieron en que Fernández Castiñeiras no les dejaba acercarse a sus cosas. Remedios Nieto ejemplificó esta prohibición con una anécdota que sucedió en su hogar cuando un familiar le pidió una cinta de vídeo y la cogió del escritorio de su marido: «Díxome, ¿pero por que tes que andar aí?».

Tampoco el hijo del electricista vio nunca ningún fajo de billetes en casa de sus padres o en la que residía él mismo, justo enfrente, pese a que en su vivienda se halló dinero y tres facsímiles. Jesús Fernández Nieto nunca desconfió de que su padre guardase grandes cantidades de dinero en casa «porque nunca vi nada», y por la prohibición de su padre a acercarse al escritorio, «detrás del cortinón no se tocaba», esgrimió en alusión a la cortina que separaba el escritorio del ladrón confeso del Códice.