Desafío del birrete a los populares lucenses

Domingos Sampedro
domingos sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Es evidente que a Feijoo y a la dirección gallega no le importaría que una persona claramente afín aplicara una castra y doma en el PP de Lugo

14 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay un grupo de amigos del presidente de la Xunta que se forjó hace tres lustros en Madrid. Gallegos expatriados a los que Feijoo trataba ya desde el coche oficial de Correos. Es el club de la Complu, porque Feijoo, que dice ser «más de Podemos que los de Podemos», también tiene vínculos con la Universidad Complutense, aunque bastante más indirectos que los de Pablo Iglesias, Bescansa o Monedero. Al líder del PPdeG le vienen por el conselleiro Francisco Conde, doctor en Económicas y asesor suyo durante años, y por la promoción de periodistas forjada en el campus madrileño, entre las que están la esposa de Conde, la expareja del mandatario gallego o Raquel Arias, delegada de la Xunta en Lugo, quien acaba de revolver la trastienda del PP en dicha provincia.

Raquel Arias no coincidió con Feijoo en Madrid, pero sí comparte las amistades de la Complu. Irrumpió en la política local por sus propios medios, conquistando en 1999 la alcaldía de Sober. Y una vez que Feijoo tomó las riendas del partido, no dejó de promocionarla: candidata al Congreso en el 2008, superdelegada de la Xunta en el 2009 y cabeza de lista por Lugo en las autonómicas del 2012.

Y ahora Arias cree que ha llegado el momento de jugársela para erigirse en la principal referencia del PP lucense, así que anunció su disponibilidad para ser la candidata del PP a presidir la Diputación. Puede que se decidiera a dar el paso por entender que, tras ocho años, hay alguna opción de arrebatarle a Besteiro y al PSdeG el mando en el pazo de San Marcos; o quizás la animó más el ver cómo el barón provincial del PP, Xosé Manuel Barreiro, rival de Feijoo en la sucesión de Fraga, desatendió su feudo político para centrarse en la portavocía del Senado, por mucho que al cuidado de la finca dejara a Balseiro, su número dos y a la vez secretario del Parlamento gallego.

Hace meses que Arias rastrea a diario los concellos lucenses, como una presidenta de la Diputación en la sombra, cultivando la complicidad de los alcaldes y apareciendo en todo cuanto acto se convoca. Su agenda es siempre la más intensa. Y su actitud es claramente desafiante para quienes llevan las riendas del partido en la provincia, es decir, la tríada que forman Barreiro, Balseiro y Elena Candia, la belicosa dirigente mindoniense que actúa como portavoz popular en la Diputación.

El choque entre los herederos de la boina, con Barreiro al frente, y la avanzadilla del sector del birrete, con Arias a la cabeza, está más que cantado. La única incógnita es saber si la delegada de la Xunta «vai claramente por libre», como ayer preferían pensar en el entorno de Barreiro, o si está respaldada desde Santiago, algo que desmienten en la cúpula del PPdeG.

Ahora bien, lo que a casi nadie se le escapa es que el pasado martes, el día que Arias se postuló para la Diputación, estaba participando en un acto institucional de Galicia Calidade junto al conselleiro Francisco Conde -otra vez la Complu-, dando a entender así que su círculo de amistades, que tanto la promocionó, no le va a fallar.

Es evidente que a Feijoo y a la dirección gallega no le importaría que una persona claramente afín aplicara una castra y doma en el PP de Lugo, lo que le daría más tranquilidad para planificar el futuro y una posible sucesión. Ya intentó lo mismo en Ourense en el 2010 y tropezó con los Baltar, por eso lo más lógico es que los movimientos de la cúpula del PPdeG en favor de Arias nunca sean públicos.