El ourensano confiesa que mató a las mujeres tras una discusión por dinero en Vizcaya

Maite Rodríguez Vázquez
Maite Rodríguez OURENSE / LA VOZ

GALICIA

Atlas TV

Benito Quinteiros confesó que simuló haber sido víctima de una agresión en su carpintería

12 dic 2014 . Actualizado a las 01:46 h.

La detención de Benito Quintairos Folgoso, el ourensano de Cualedro que el miércoles confesó la autoría del doble crimen de su mujer y su suegra en Abadiño (Vizcaya), ha causado asombro, consternación y extrañeza en su pueblo de Atás. Los vecinos de esta aldea ourensana, en la que actualmente residen unas treinta personas, conocían bien al sospechoso de este caso de violencia contra la mujer. Regresaba a Galicia cada verano con su familia para disfrutar de las fiestas de las Nieves en el mes de agosto y también solía reunirse en la localidad con sus cinco hermanos en Navidad.

Aunque se marchó joven al País Vasco, con solo 16 años, volvía con frecuencia al pueblo, donde alternaba con todos de forma amigable. «Do que se vía aquí, levábase ben con todos. Trataba á muller de marabilla. Sempre tiña cara de risa para a muller e o fillo. Quedei asombrado coa noticia», decía ayer Juan Rodríguez, que compartía con él partidas de cartas en el bar del pueblo durante sus estancias. También recuerdan a la mujer asesinada, la palentina Mari Luz Alejo, como una persona «alegre, que falaba con todo o mundo». Similar percepción a la que tenían los amigos del matrimonio en el País Vasco. Siempre vieron a Benito Quintairos como un hombre cariñoso con su mujer y no presenciaron faltas de respeto o salidas de tono hacia ella, según informaciones recogidas por El Correo, incluso hasta el pasado domingo, cuando cenaron con ambos. Sin embargo, un hombre cercano a la familia de la esposa dijo a este medio que el detenido podría tener un «problema de faldas».

Confesó el crimen

En la confesión que realizó ante la Ertzaintza, el empresario ourensano dijo que había matado a su mujer y a su suegra después de una discusión por motivos económicos y que había preparado un montaje para simular un ataque a su empresa. En el pueblo de Atás sabían que Quintairos era copropietario de una carpintería de madera y aluminio en el País Vasco, que tuvo años buenos económicamente y también que la actividad de su empresa se había resentido en los últimos tiempos debido a la crisis de la construcción. En este pueblo de Cualedro vive un tío político de Benito. Se llama Gustavo Justo, y manifiesta su extrañeza por la causa económica como móvil del crimen. «Nesa casa había cartos a fartar. É unha cousa rara, o socio ten que saber algo. Pode que estivera privado de sentido, pero como é posible que matara ás mulleres e fora a un quilómetro para colgarse das pernas e prenderlle lume á empresa?», se pregunta el pariente.

Tras conocerse la noticia, hasta el País Vasco viajaron los hermanos del detenido, que residen en los municipios de Verín, Trasmiras, Ourense y Lalín.

El descubrimiento de los cadáveres de Mari Luz Alejo, de unos 60 años y prejubilada de la empresa Inyectametal, y de su madre Amelia Rodríguez, naturales ambas de Vertavillo (Palencia), lo realizó una cuñada cuando las fue a avisar del incendio en la empresa de Benito Quintairos. El empresario fue encontrado a las ocho de la mañana del miércoles por unos empleados, colgado por los pies en un montacargas y con heridas leves, cuando se desató un incendio en la carpintería Zuhaitz, situada en el vecino municipio de Achondo. A pesar de la situación en la que apareció Benito Quintairos, el ourensano se convirtió en sospechoso. Había circunstancias que no cuadraban. La puerta del domicilio del matrimonio no estaba forzada y el nudo con el que estaba atado el empresario era flojo. El interrogatorio de la Ertzaintza en Durango consiguió que confesara. Hoy se prevé que pase a disposición judicial. Se presume que mató a las mujeres con un objeto contundente.