Una empresa de la trama pagaba el coche de un responsable de USO

La Voz

GALICIA

18 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Mavilga, una de las empresas de Gerardo Crespo, formalizó un contrato con una empresa de alquiler de vehículos el 10 de agosto del 2011. Le rentaba un coche por 700 euros al mes. Un Mazda, para más señas. Nada extraño si en las oficinas de Azetanet no apareciera un contrato privado entre Mavilga y el sindicato USO gracias al cual el coche se cede a Alfonso Ares Mejuto, responsable de formación del sindicato, para su uso y disfrute durante un año. Eso sí, USO se comprometía a seguir pagando su alquiler a partir del primer año. Cosa que al final no hizo y cuando Crespo dejó de pagar, el coche se devolvió. Cree la policía que lo de la cesión de un coche responde al pago de favores. Crespo agradecía así al sindicato por haber confiado en él para la realización de los cursos. También afirman los investigadores, tal y como aparece en el sumario, que los cursos subvencionados otorgados por la Xunta a USO, muchos de ellos iban a parar a las empresas de Crespo que, una vez recibidas las ayudas, al sindicato le daba el 30 o el 20 % y él se quedaba con el resto.

Pero la estrecha relación entre el responsable de formación de USO y Gerardo Crespo se rompe cuando la Xunta detecta irregularidades graves en uno de los cursos encargados por el sindicato. A partir de ahí, Alfonso Ares rompe toda comunicación, lo que pone de uñas al dueño de Azetanet y a sus empleadas. En una conversación grabada por la policía entre dos trabajadoras de Gerardo Crespo, una le dice a la otra: «No puede ser. Ahora no quiere saber nada cuando fue el que pidió más que nadie. Hasta un coche se llevó». Y la otra, entre risas, le responde: «Es para ir a La Voz de Galicia y contar que un sindicalista disfruta de un coche pagado por una empresa privada».

Cuando la Xunta detecta irregularidades en una de las subvenciones al sindicato, el máximo responsable de este decide revocar el contrato y toma la decisión de jamás volver a contratar los servicios de Crespo.

No es el único que da la espalda al empresario coruñés cuando las cosas se ponen negras. Él mismo se lo transmite a los amigos que le quedan. Les dice que ya no le cogen el teléfono, que los políticos le dan la espalda, que ni lo avisan de los concursos...