Galicia tenía hace siete años 1,2 metros peatonales por habitante, hoy suma 2,29

GALICIA

Para el Ministerio de Medio Ambiente lo ideal es que el entramado público de los núcleos urbanos esté dedicado, al menos en un 60 %, al peatón

13 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

La media gallega de metros cuadrados peatonales por habitante ha crecido de forma notable en los últimos años. Hoy son 2,29; hace siete años, en el 2007, eran 1,2. Aunque la media estatal actual no se ha hecho pública, en aquel momento era de 1 metro cuadrado por habitante, por debajo de la gallega. Con todo, y pese a que Galicia va dando pasos para conseguir ciudades más habitables, lo cierto es que todavía está muy lejos de las recomendaciones. En efecto, para el Ministerio de Medio Ambiente lo ideal es que el entramado público de los núcleos urbanos esté dedicado, al menos en un 60 %, al peatón. Este sería el porcentaje mínimo, porque lo deseable sería que la superficie dedicada al tránsito peatonal -y otros usos como carga y descarga, emergencias o residentes- alcanzase el 75 %, y que solo el 25 % se destinase al tráfico convencional y al transporte público.

En el caso de Pontevedra, la ciudad gallega que proporcionalmente posee un mayor espacio peatonal, si las zonas reservadas para los viandantes suman 1,1 kilómetros de los 4,3 que tiene la ciudad, el porcentaje vetado al tráfico ocuparía solo el 25 % de la ciudad. Esa cifra podría subir si se añaden las aceras y los parques de las zonas que todavía no son de preferencia peatonal, pero en todo caso se quedaría lejos del 65 % que el ministerio marca como mínimo en su concepción del urbanismo sostenible, y todavía más del 75 % que se considera deseable. Pese a ello, en la ciudad bañada por el Lérez el 65 % de los desplazamientos, un registro nada desdeñable, se realizan a pie.

Y si Pontevedra no alcanza los estándares recomendados, las demás ciudades gallegas se encuentran todavía más lejos de ese ideal. En todo caso, justo es reconocer que hay muy pocas ciudades en el mundo que puedan presumir de alcanzar esas cifras que los modernos manuales de urbanismo recomiendan.

En algunas ciudades, las políticas de peatonalización se completan con otras orientadas a potenciar el uso de la bicicleta o del transporte público. El objetivo: limitar la cifra de automóviles en circulación y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.