Dinamismo comercial
Polos de atracción. Los comerciantes fueron -y son- muchas veces reacios a aceptar las peatonalizaciones, pensando que la supresión del tráfico será negativa para sus ventas. Casi siempre acaban celebrando las iniciativas que vetan los coches en las calles. La comodidad de las áreas peatonales atrae al público y propicia el paseo frente a las marchas aceleradas. Esto es bueno para los negocios, sobre todo pequeños comercios o locales de hostelería, que acaban buscando un hueco en estas zonas. No lo es, en cambio, para establecimientos en los que se realicen compras grandes o pesadas, como es el caso de los supermercados, que suelen esquivar las manzanas peatonales. Un estudio de la Fundación RACC (Real Automóvil Club de Cataluña) destaca que el 83 % de los comerciantes manifiestan que su negocio ha ganado valor tras un proceso de peatonalización.
Mayor seguridad
Los accidentes bajan. La transformación de una vía urbana en peatonal elimina prácticamente el riesgo de sufrir un accidente, puesto que el tráfico de vehículos es mínimo y los pocos coches que circulan lo hacen a velocidades muy moderadas. Incluso en las llamadas zonas de prioridad peatonal, en las que el tráfico no está totalmente prohibido, disminuye notablemente la accidentalidad, puesto que habitualmente la velocidad está limitada a 30 kilómetros por hora. Prueba de ello es que un estudio que Pontevedra presentará en el congreso Ciudades que Caminan la distingue como una de las ciudades europeas más seguras.