El «Alakrana», cinco años olvidando

Alejandro Martínez VIGO / LA VOZ

GALICIA

La mitad de los gallegos que padecieron los 47 días de cautiverio en octubre de 2009 continúan faenando en el océano Índico a bordo del mismo atunero vasco

05 oct 2014 . Actualizado a las 02:16 h.

Cinco años después del secuestro del Alakrana, la vida continúa para casi todos los marineros que sufrieron aquel calvario de 47 días en manos de los piratas somalíes. Cuatro de los ocho gallegos que iban en el atunero vasco siguen trabajando en el mismo barco. Caer en manos de los piratas no les ha hecho cambiar de oficio. El único que se jubiló poco después de la liberación fue Ricardo Blach, el patrón de la embarcación, que desde entonces lleva una vida tranquila en Baiona dedicado a sus amigos, su familia y dar paseos con su perro por la villa marinera. Nunca concedió entrevistas después de lo que pasó y en la actualidad sigue rehusando hablar públicamente de la campaña más arriesgada que tuvo que afrontar.

El contramaestre José Antonio García Álvarez, el espivotero Joaquín Fernández, el maquinista José Manuel Crujieras Sampedro y el esquífer Secundino Dacosta Cordeiro permanecen enrolados en el mismo barco.

El baionés Joaquín Fernández disfruta en la actualidad de una temporada de descanso en su domicilio de Nigrán. Aquellos días de sufrimiento los recuerda ya como algo lejano y prefiere no volver a traerlos a su memoria. El nigranés Pablo Costas dejó la navegación de altura después de los días de secuestro y hace unos años andaba a la sardina en Panxón. Su hermano, que iba a darle el relevo después del secuestro, continúa embarcado. Uno de los miembros de la tripulación que era oriundo de la península de O Morrazo ya falleció.

La seguridad ha mejorado en los barcos después del secuestro. Vigilantes privados con armas y entrenados para repeler ataques forman parte de la tripulación desde entonces. Su presencia ha resultado efectiva porque durante los últimos años no han sufrido ningún susto. Hoy en día se considera impensable sacar la vigilancia privada de los barcos cuando faenan frente a las costas de Somalia, país que continúa careciendo de un régimen estable y de seguridad jurídica. La opinión generalizada entre los armadores con intereses en la zona es que si alguna vez se retiraran los guardas de seguridad los piratas volverían a las andadas.

Aquel 2 de octubre de 2009, la tripulación era vulnerable. Los piratas somalíes abordaron el barco con 36 tripulantes a bordo cuando tenía las redes echadas en aguas internacionales del océano Índico. La embarcación se encontraba fuera del perímetro de seguridad vigilada por los barcos y aviones de la operación Atalanta. Faenaba a 800 millas de distancia de la fragata Canarias, encargada de vigilar a los pesqueros dentro de ese área, y a unas 400 de la costa de Somalia. Otras veces habían conseguido escapar, pero en esta ocasión no lo pudieron hacer porque tenían el pescado a medio cargar.

Fueron 47 días de cautiverio en el que vivieron en unas condiciones infrahumanas. «Son animales que nos han tratado peor que los animales», destacó el maquinista Bittor Gallego cuando declaró en la Audiencia Nacional. Uno de los momentos más delicados se produjo tras la captura y traslado a España de dos miembros de la banda. Los piratas amenazaron con matar a la tripulación para exigir su liberación y la retirada de todos los buques de guerra que fueron desplegados por la zona. El 17 de noviembre, el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció el fin del esperado cautiverio. Los tripulantes regresaron a sus casas y una semana después, el Alakrana volvió a echarse a la mar.