«Asesinar sale muy barato»

Jorge Casanova
Jorge casanova VILAGARCÍA / LA VOZ

GALICIA

<span lang= es-es >Dos hermanas muy unidas</span>. Isabel (arriba) y Mari Luz Posse, vivieron juntas durante muchos años. El inicio de la relación con el que sería el asesino fue provocando su distanciamiento.
Dos hermanas muy unidas. Isabel (arriba) y Mari Luz Posse, vivieron juntas durante muchos años. El inicio de la relación con el que sería el asesino fue provocando su distanciamiento. martina míser, alejandro rodríguez< / span>

La hermana de una víctima de violencia machista rememora el horrendo crimen y explica cómo se sobrevive a una desgracia de esa magnitud

31 ago 2014 . Actualizado a las 16:05 h.

Era la madrugada del 16 de diciembre de 2007. Mari Luz Posse volvía de copas con una amiga cuando se encontró con Jaime Máiz a la puerta de su casa. Hacía algún tiempo que la relación entre ambos se había roto. Pero él no lo asumía. La perseguía, la acosaba. Ella pensó en poner punto y final de una vez por todas a aquella insufrible situación y se fue con su amiga al cuartel de la Guardia Civil de Cambados. A denunciar. Él, que también era guardia civil, la siguió. Allí, saltándose los más evidentes protocolos de aplicación en estos casos, los compañeros de Máiz permitieron que discutieran en una habitación. Fue la última vez, porque Jaime subió a su vivienda en la casa cuartel, cogió su arma, bajó y le descerrajó a Mari Luz un tiro en la frente.

«Aquí», dice Isabel Posse, señalándose en su propia frente el lugar exacto por el que le entró la muerte a su hermana. Un poco antes, movía sus dedos sobre la mesa para explicar dónde estaba Mari Luz, dónde su amiga, por dónde vino Jaime... La escena del crimen entre las tazas de café más de siete años después. Isabel es una mujer fuerte que desarrolla el relato con energía, subrayando las incoherencias que rodearon la muerte de su hermana, como que la mataran justo en el sitio en el que debía estar más protegida; como que su asesino pidiera el indulto después de que lo condenaran a 19 años de prisión; como el hecho de que se encuentre protegido en la prisión por haber sido Guardia Civil...

Mientras dura la rabia, la indignación, su voz se mantiene firme. Pero hay un momento en el que Isabel admite que, con el paso de los años, la ausencia de Mari Luz se hace más angustiosa: «Pienso muchas veces, ¿qué haría Mari en esta situación? ¿qué diría?». Y entonces es cuando se le quiebra la voz. Cuando cuenta que su hijo mayor ha sido padre y ella hubiera sido abuela; que no estará presente cuando su hija pequeña, que hoy ya tiene 20 años, se case: «La madre de su asesino puede ir a verlo a la cárcel, pero nosotros tenemos que ir a verla al cementerio».

Peor ahora que antes

«Yo lo llevo peor ahora que antes», admite Isabel. Cada nuevo crimen que salta a los medios sirve para revivir toda la tragedia. De poco sirve el paso de los años. Todo el entorno de Mari Luz Posse ha intentado rehacer su vida, pero su recuerdo es indisociable de las odiosas circunstancias de su muerte: «Esto no se puede superar. Aprendes a vivir con ello. Porque mi hermana no se murió. Lo que ocurrió es que Jaime decidió que ya había vivido suficiente y le arrebató la vida. Yo tuve un hermano que murió en un accidente de tráfico. Y es muy doloroso, pero esto es distinto. Porque siempre se puede decidir. Y Jaime tuvo todo el tramo de escaleras que subió y bajó, el momento de montar el arma... para decidir. Y decidió matarla».

Cada caso, reconoce Isabel, tiene sus matices. Admite que debe ser muy duro cuando es el padre quien mata a la madre y los hijos se quedan sin nada. A los hijos de Mari Luz, al menos, les ha quedado su padre, pero también la sombra de un asesino que algún día saldrá de prisión. Ya tienen experiencia ya que Máiz disfrutó de unos meses de libertad cuando un supuesto error judicial derivó en su excarcelación tras dos años de prisión preventiva: «Sí, tenía una orden judicial para que no pudiera ir a Cambados pero lo que preguntaba entonces mi sobrina era ??¿eso qué significa, que yo no puedo salir de Cambados???». Un orden de alejamiento, para Isabel, tiene un valor muy relativo: «¿De qué estamos hablando, de una capa protectora, de un campo de fuerza? Para matar a alguien solo necesitas acercarte una vez y, en ese caso, la orden de alejamiento es el menor de tus problemas».

Hablar del hombre que acabó con la vida de su hermana es algo que eleva el tono de la conversación de Isabel. Máiz asume una condena de 19 años de prisión de los que ya ha cumplido siete. Este mismo año solicitó el indulto: «¿Se lo puede creer? y alegaba que tenía un expediente intachable, que la muerte de mi hermana era la única mancha en su historial». Se enerva cuando explica que el asesino se está sacando en prisión la carrera de Derecho: «Con su dinero y con el mío, mientras muchos estudiantes lo dejan porque no tienen para abonar las tasas». Está claro que estos siete años no han sido suficientes para atemperar el dolor y la rabia que truncó el devenir de la familia de Mari Luz Posse. Los años pasan, pero el dolor permanece ¿Haría algo Isabel; recomendaría alguna medida nueva o diferente para paliar la epidemia de desgracias que provoca la violencia de género?: «Para determinados delitos, sería preciso establecer la cadena perpetua. Porque ahora mismo, asesinar sale muy barato».