Han pasado ya muchos años, pero la frase permanece en el recuerdo: «Los hijos de buena familia son más listos y cuando concursan en una oposición tienen más posibilidades de alcanzar el éxito». Lo dijo Fraga en 1998, cuando le preguntaron por la proliferación de familiares de cargos del PP en la Diputación de Ourense. A tenor de las denuncias que han ido a parar estos días a la Fiscalía de Vigo, algunos podrían pensar que el PSOE ha acabado dando por bueno aquel lamentable razonamiento de don Manuel.
Los 24 presuntos enchufados por Abel Caballero en el Concello de Vigo no se sometieron a ninguna prueba, que se sepa. Las cuñadas de su teniente de alcalde Carmela Silva, los hijos de sus concejales y demás hermanos de sangre no tuvieron ni siquiera que molestarse en estudiar previamente las respuestas correctas de un examen. Fueron colocados a dedo. Consiguieron el puesto directamente, sin aparentar que eran listos y de buena familia. Bastaba ser de la familia socialista, la que manda, ordena y hace saber en la casa consistorial olívica.
Seguro que los socialistas de corazón todavía creen en la igualdad de oportunidades. Seguro que creen, incluso, que un alcalde de su partido está obligado a dar explicaciones a la ciudadanía cuando le acusan de hechos tan graves. Es lo mínimo. A menos que se le haga cuesta arriba aclarar, desde un plano ético, que no judicial, por qué tantos parientes acaban en los despachos y las contratas municipales. Caballero tiene la oportunidad de responder con ingenio y descaro, como Fraga. Declararse feliz por reducir el paro en una ciudad con más de 32.000 desenchufados. Gritar a los cuatro vientos que se siente como Alberto Closas en aquella película del tardofranquismo: «La familia (socialista) bien, gracias».