La decisión llega a diez días de que se cumpla el cuarto aniversario del caso

La Voz

GALICIA

09 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El 18 de agosto del 2010 Sonia Iglesias salió de su casa para dirigirse a su trabajo, en una tienda de moda de la calle de Benito Corbal. Fue vista con su pareja sentimental, Julio Araújo, junto a la cual desayunó en un bar cercano a su domicilio. El testimonio de un zapatero les sitúa también juntos en el local de este para entregar un calzado para su reparación. Después, nada.

Solo un testimonio que la sitúa en una calle céntrica de Pontevedra, a medio camino entre el zapatero y su puesto de trabajo, ha permitido recomponer alguna pieza del rompecabezas que se ha convertido en una espina clavada para la Policía Nacional en Pontevedra.

Sonia Iglesias no llegó a su trabajo. Pero aún hoy, casi cuatro años después, su imagen está en muchos escaparates de establecimientos de la ciudad, recordando su desaparición. De hecho, como todos los años, el próximo 18 de agosto la familia tiene intención de hacer una convocatoria para tratar de mantener el caso en la agenda judicial y policial.

El trámite de ayer es, sin duda, un duro golpe para la familia, que ha apuntado hacia Araújo como responsable de su desaparición. De hecho, que se hubiese derivado el caso al Juzgado de Violencia sobre la Mujer suponía un espaldarazo a esta teoría, que ligaba la desaparición a un episodio de detención ilegal por parte del compañero sentimental.

Ahora está por ver si se devuelve al juzgado original donde se empezó a investigar o si se archiva definitivamente el caso Sonia Iglesias, que ha dejado una gran huella en la sociedad pontevedresa a lo largo de los últimos cuatro años.