Se empieza descubriendo que en Galicia hay niebla y se acaba dejando tirados en la cuneta a miles de dependientes. Hace ocho días las autoridades se encontraron con que la montaña de Lugo, a la altura de Abadín, noticia bomba, se nubla. No lo sabían o, si lo sabían, lo habían pasado un poco por alto al construir un viaducto que costó 192 millones. Las consecuencias de tamaña irresponsabilidad se han visto, por desgracia, en un entierro, y probablemente se verán en los tribunales. En estos es en donde se pasa media vida media clase política. Por ahí pasó al fin Baltar, que el jueves fue condenado por prevaricar 104 veces, aunque esto a Feijoo no le afecta porque «non é militante do PP». Así, con una sola frase, borró 40 años de la historia del PP de Galicia. Sin despeinarse. Echando niebla sobre el asunto. Para pasar de la perplejidad a la indignación, ahora, justo un día después de que Rajoy anunciara que la recuperación económica «no es un espejismo» sale a la luz el «ajuste», más bien deberíamos utilizar el término liquidación, de las ayudas a la dependencia, dejando más que tocadas, hundidas, a miles y miles de personas que un día no tan lejano en el tiempo ayudaron a levantar este país. Ahora necesitan ayuda, y reciben una bofetada. El Gobierno impone y la Xunta acata e informa vía epistolar. La cosa, evidentemente, huele peor que cualquier huelga de basura que se pueda celebrar en Lugo para atraer turistas... El presidente puede hacerse el sueco con Baltar, pero no debería perder ni un minuto en exigir a Rajoy que rectifique, porque los dependientes gallegos no son un espejismo, ni décimas del PIB. Son una legión de seres humanos. Eso, si Feijoo quiere hacer honor a su título, el de presidente de la Xunta, que se conquista un día, pero hay que merecerlo todos y cada uno de ellos. Incluso los nublados que, para los dependientes y sus familias, son la inmensa mayoría.
campo de batalla