«Case acabamos todos aplastados»

Miguel Cabana
Miguel Cabana LUGO / LA VOZ

GALICIA

Domingo viajaba en su Audi 80 que, como se puede apreciar en la foto, quedó completamente destrozado.
Domingo viajaba en su Audi 80 que, como se puede apreciar en la foto, quedó completamente destrozado. ALBERTO LÓPEZ< / span>

Un vecino de Ribadeo cuyo Audi quedó triturado, cuenta cómo huyó del coche tras chocar, saltó las vallas metálicas y desde una zona segura llamó al 112

27 jul 2014 . Actualizado a las 13:12 h.

Domingo Fernández es un técnico forestal de la Xunta que vive en Ribadeo y trabaja en el departamento de incendios de A Coruña. Hace habitualmente el recorrido desde A Mariña hasta A Coruña por la A-8 y la A-6, y asegura que el tramo de A Xesta es literalmente un matadero por el banco de niebla que deja a los conductores prácticamente a ciegas durante un tramo de casi cinco kilómetros.

Ayer conducía su Audi 80 como todos los días desde Ribadeo para incorporarse al trabajo. Iba con tiempo suficiente y viajaba despacio subiendo el alto de O Fiouco, porque ya se temía el fatídico banco de niebla. Y efectivamente, allí estaba el monstruo tan oscuro como de costumbre. Domingo no se explica muy bien por qué, pero llevaba la ventanilla del copiloto bajada. Y esa fue su salvación. Cuando ya descendía por la larga cuesta hacia Abadín, despacio y con suma precaución porque no se veía nada, escuchó gritos de gente a través de la ventanilla abierta. Estremecido por el jaleo pero sin ver nada en medio de la niebla redujo aún más la marcha. De nada sirvió. De repente aparecieron los coches delante de sus narices y Domingo ya no recuerda bien si impactó o realmente le alcanzaron por detrás: «Nese momento xa me dei conta que os berros eran de xente doutros coches que xa fuxiran e me avisaban, pero era tan espesa a néboa que eu non vin a ninguén. Saín correndo do coche e saltei a bionda porque xa pensei que acabaríamos todos aplastados por un camión».

La falta de visibilidad, el pánico del momento y los coches que le impedían el paso, hicieron que Domingo tomase la dirección equivocada. Estaba escapando hacia el otro carril de la autovía y no hacia el exterior. «Saltei outra valla máis e acabei no carril contrario. Non se vía nada, así que escoitei se viñan coches; pareceume que non, e atravesei correndo os dous carrís de dirección á Mariña. Subín polo terraplén, saltei as alambradas e escapei para o monte. Seguía habendo berros o golpes de coches pero no se vía absolutamente nada. Desde alí chamei ao 112». Efectivamente parece que la llamada de este trabajador de incendios pudo ser la primera en entrar en la centralita de emergencias, y con sus detalles desencadenó uno de los mayores operativos de salvamento puestos en marcha en Lugo durante los últimos años. El Audi 80 de Domingo quedó convertido en un amasijo de hierro de un tamaño poco mayor que un frigorífico. No pudo recuperar ni la emisora ni los efectos personales de entre el hierro prensado.

A la vista de los dantescos hechos que iban contando los primeros conductores en avisar, la central de emergencias hizo un despliegue sin precedentes de ambulancias y servicios de rescate. Fueron movilizados cuatro parques de bomberos con todas las unidades disponibles: Lugo, Vilalba, Barreiros y también de la zona del Eume. Todas las ambulancias y efectivos del 061 de la zona, los grupos de Protección Civil de Mondoñedo y Vilalba, decenas de agentes de la Guardia Civil y de Tráfico y dos helicópteros del 061.

Las dos aeronaves no pudieron intervenir porque la densidad de la niebla también les impidió volar hasta la zona. Llegaron lo más cerca posible, la base de la montaña de O Fiouco, pero allí tuvieron que aterrizar en un prado. Los dos equipos médicos de a bordo se desplazaron al lugar de los hechos pero los helicópteros resultaron inútiles por la niebla. A media tarde emprendieron regreso. El tramo de autovía sigue cerrada, y no se sabe cuando abrirá.