La crisis golpea a las universidades 25 años después de su segregación

serafín lorenzo SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Descenso del alumnado y duplicidad de grados complican el futuro del sistema

20 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El sistema universitario gallego alcanza su primer cuarto de siglo en la encrucijada. A las consecuencias de las crisis económica e incluso demográfica, que confluyen en el imparable despoblamiento de las aulas, se suma el lastre de un mapa de titulaciones desfasado, con carreras que en sus primeros cursos apenas alcanzan la decena de alumnos. Estos y otros problemas ensombrecen una trayectoria pródiga en luces que muchos no imaginaban cuando, hace hoy 25 años, el Parlamento gallego aprobó la Lei de Ordenación do Sistema Universitario (11/1989), que dio lugar a la segregación de las de A Coruña y Vigo a partir de la cinco veces centenaria de Santiago.

Los siete campus en los que se divide el sistema, que acogieron en el último curso a 62.875 alumnos, ofertan unas 150 titulaciones y 200 másteres oficiales. Tras la convulsa y discutida adaptación al Plan Bolonia, encaran un futuro incierto en el que la tarea más apremiante pasa por eliminar duplicidades y avanzar en la especialización de cada campus para hacerlos realmente competitivos.

El síndrome de las aulas vacías

El principal problema que aqueja a las universidades está diagnosticado desde hace años. La segregación de las de A Coruña y Vigo llegó bendecida por el bum demográfico de los setenta. En aquel primer curso que siguió a la creación del sistema universitario (1989-1990) los siete campus contaban con 54.300 alumnos, cuatro veces más de los 12.083 que tenía la de Santiago en 1972. La progresión continuó imparable. Tan solo seis años después de la segregación, las universidades rebasaron las 90.000 matrículas. Y en el curso 1999-2000 tocaron techo, con 98.691. Nunca Galicia había formado tal volumen de capital humano en enseñanza superior. Pero ahí empezó una caída de la demanda a la que los centros todavía no han acabado de aclimatarse. En los tres últimos lustros, perdieron 36.000 alumnos. Hoy solo tienen en sus aulas a 8.500 estudiantes más de los que había hace 25 años.

En el curso pasado, medio centenar de carreras no cubrieron todas sus plazas. Las universidades ya están tomando medidas. En la de A Coruña, los grados con más dificultades de matriculación son Documentación y Humanidades, que se imparten en el campus de Ferrol. Este año no llegaron, entre ambos, a los 30 alumnos en primer curso, lo que ha llevado el decanato de la facultad a estudiar alternativas que permitan poder continuar impartiendo esas titulaciones. La de Documentación es única en Galicia. Humanidades también se imparte en Lugo, aunque ha variado su temática. Agrupar estos grados para impartir los primeros cursos y luego especializarse el resto de la carrera es una de las propuestas que se baraja, informa Ana Lorenzo.

La reforma de las titulaciones

La gran asignatura pendiente para tratar de revertir esa tendencia es reformar el mapa de grados y configurar una oferta atractiva. La Xunta retomó ese melón en el otoño pasado, exigida por el decreto que obliga a que la reforma entre en vigor en el curso 2015-2016. El tiempo apremia. En teoría, las carreras que en noviembre no lleguen a un mínimo de alumnos deberían desaparecer. Educación ya trasladó a los rectores 25 propuestas para fusionar o reorganizar otros tantos estudios que a principios del curso que acaba de finalizar registraron entre 5 y 47 matrículas de nuevos alumnos. Pero los rectores pretenden una reforma más ambiciosa, que además de mejorar los grados con menor demanda facilite implantar titulaciones que no se imparten en Galicia. Esas especialidades comenzarían a implantarse en el curso 2016-2017. La Xunta insiste en que la reorganización se realizará con el criterio que fija el decreto, que es el número de matriculados. A todos los grados se les aplicará esa criba cada seis años. Los que no la pasen serán eliminados.

Talentos a la fuga

La política restrictiva de las ayudas al estudio por parte del Gobierno central también dificulta la retención de los universitarios mejor preparados. Galicia ya no puede pensar en acumular alumnos. Ese tiempo pasó. El reto es no perder su capital más valioso.