La Galiña Azul duró dos años

Toni Silva A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

César Delgado

La falta de niños obliga a cerrar la escuela infantil que la Xunta gestiona en Sobrado. Sus cuatro usuarios serán recolocados en otra a 12 kilómetros

18 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Las intuiciones demográficas de la Xunta no andan muy finas. Hace dos años se inauguró una escuela infantil de la red Galiña Azul de 19 plazas en Sobrado dos Monxes, un municipio del interior de la provincia de A Coruña de apenas dos mil habitantes. En cuanto llegue el mes de agosto, esta instalación, cuya construcción costó algo menos de 300.000 euros, cerrará sus puertas de forma indefinida, a la espera de que la natalidad en Sobrado se dispare. «Es un cese temporal de la actividad», describen desde el Consorcio Galego de Igualdade e Benestar.

Así, los cuatro niños inscritos para el próximo curso serán recolocados en la Galiña Azul de Teixeiro (Curtis), a doce kilómetros de distancia. En algunos casos, como el del hijo de Teresa, la distancia será mayor, al residir en Carelle, una parroquia más alejada. Esta madre deberá recorrer entre idas y venidas unos 70 kilómetros entre su casa y la nueva escuela infantil. «Perdemos en tempo, en consumo de combustible e ademais en risco por estar tanto na estrada», denuncia Ángeles Sánchez, presidenta de la asociación local A Maristela. Ella y otras vecinas de Sobrado aseguran que en el municipio hay suficientes niños de entre 0 y 3 años para mantener viva la Galiña Azul, construida en la antigua casa del médico. Ángeles quiere que su nieta se socialice en este ambiente preescolar. «Temos un sobriño que vai á escola infantil de Betanzos e aprendeu moitas cousas, queremos que a nosa neta tamén se desenvolva así», explica. Y para ello, tocará maratón de kilómetros hasta Teixeiro.

Silvia Barba, presidenta de la Anpa del Colegio Virxe do Portal de Sobrado, también considera que hay niños para mantener abierta esta infraestructura. «Pero desde el Ayuntamiento no se ha hecho nada por darla a conocer, por explicar que este no es un lugar donde se aparcan los niños sino donde se desarrollan y se socializan», coinciden ella y otras madres, al igual que el edil del BNG, Lisardo Santos. Juntos repasan mentalmente los domicilios donde viven potenciales usuarios de la Galiña. «Ao mellor para as 19 prazas non da, pero máis de dez seguro», sentencia otra madre. Por su parte, el alcalde, el popular Jacobo Fernández, asegura que «o problema é que non hai nenos». «Pero se un rapaz do rural custa o 60 % máis que o do urbano dalgunha maneira haberá que costealo», añade.

El pequeño jardín exterior pide a gritos un corte de hierba. El divertido colaje de azulejos está medio caído. Pero nada es urgente con un «cese temporal de la actividad» en el horizonte. Desde la Xunta envían esperanza con el ejemplo de A Bola (Ourense), donde tras un año cerrada, los niños volvieron.