Feijoo apuesta por el choque con Artur Mas, no por el pacto

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

GALICIA

El presidente de la Xunta retomó el discurso del choque con el nacionalismo, animando a los suyos a no abandonar la «lucha ideológica»

07 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Llegaba Feijoo el pasado martes al campus de la Fundación Faes de Aznar en Guadarrama, que es algo así como ir a la cueva de don Pelayo en Covadonga. Y, con esa capacidad para decir en cada lugar lo que el auditorio quiere escuchar, el presidente de la Xunta se marcó un discurso furibundamente antinacionalista como hacía tiempo que no escuchaba en las huestes populares, en las que algunos empiezan a flojear, convencidos de que es necesario hacer guiños a Artur Mas si se quiere evitar un desgarro definitivo entre Cataluña y España. Frente a esos remilgos, Feijoo retomó el discurso del choque con el nacionalismo, animando a los suyos a no abandonar la «lucha ideológica» contra los que, a su juicio, tratan de hacer una demolición del Estado autonómico.

Más allá de la grandilocuencia de algunas expresiones, el discurso de Feijoo encerraba un fino trabajo con más capas que una cebolla, que dejaba también mensajes críticos entre líneas a algunos de los que le aplaudían con fervor. Porque la tesis del presidente gallego, al contrario de las posiciones más reaccionarias de algunos dirigentes populares, no es que el desafío soberanista catalán sea la consecuencia de haber ido demasiado lejos en el desarrollo del Estado autonómico y que, por ello, es necesario un movimiento recentralizador.

Mensaje para el Gobierno

Al contrario, según el líder del PPdeG, si Artur Mas y otros, entre ellos el lendakari Urkullu, quieren demoler el Estado autonómico, es precisamente porque su éxito deja sin argumentos a quienes sostienen desde hace décadas el discurso del agravio, del España nos roba y del acoso a la lengua y la cultura propias. Es decir, luchemos ideológicamente contra el nacionalismo, pero no caigamos en la trampa de darle argumentos.

Lo cierto es que si Feijoo siente la necesidad de plantarse en Madrid para advertir a los suyos de que «abandonar la lucha ideológica pensando que las cosas se recompondrán por sí mismas no es una opción en los tiempos que corren», es porque ve algunas cosas que no le gustan. O porque teme que alguien en su partido caiga en la tentación de tratar de desactivar la bomba de relojería del referendo catalán convocado para el 9 de noviembre -pasado mañana, como quien dice- haciendo gestos que, más que por lo ideológico, pasen por lo económico.

Teme quizás Feijoo que ese discurso de Rajoy de decirle a Artur Mas que le pida lo que quiera, pero no un referendo independentista, porque eso es lo único que no le puede dar, acabe pasando factura. En el sentido literal de la palabra. Y que el supuesto paso a atrás que sin duda dará el presidente catalán antes del 9 de noviembre se haga a costa de privilegios económicos y financieros para Cataluña, que se traducirán en recortes para el resto, incluida Galicia. Y Feijoo dice que por ahí no.