A la mujer de García Adán la metían en la suite del burdel para «dormir la mona»

Xosé Carreira LUGO / LA VOZ

GALICIA

José Manuel García Adán, ayer en el banquillo.
José Manuel García Adán, ayer en el banquillo. Alberto López< / span>

La única «ayuda» que le dispensaron para que dejara el alcohol fue retirar los cartones de vino de la cocina

24 abr 2014 . Actualizado a las 09:12 h.

Los problemas de alcoholismo y adicción a otras sustancias que padecía la exmujer del cabecilla de la Carioca, José Manuel García Adán, se solucionaban metiéndola en la habitación número 11, la suite del Queen's. Era para que «durmiera la mona», según aseguraron dos testigos en la segunda sesión del juicio al marido, que se enfrenta a 27 años de cárcel por los presuntos delitos de malos tratos, detención ilegal y varias agresiones sexuales. La mujer aparecía con frecuencia tirada, en estado lamentable, en diversos lugares del burdel e incluso en las calles. A veces llegó a ser conducida en ambulancia al hospital.

Ayer, los más de veinte testigos que intervinieron en la vista declararon en su contra. Ninguno la ayudó o avisó a los servicios sociales para que interviniesen. Tampoco lo hicieron los policías y guardias que frecuentaban el burdel y que eran amigos de Adán. Alguno de ellos, según la víctima, miró para otro lado cuando contó que la maltrataban. El personal la veía con moratones y otras secuelas, pero no se preocupó por ella. Adán, el que era su esposo, dijo en la primera sesión del juicio que sí le ofreció apoyo.

«¡Pero mujer, haz algo! Apúntate a un curso», le planteó un camarero del burdel. «Decía que sí, que no quería perder a su niña ni a Adán, pero al poco tiempo volvía», expresó este testigo.

Testigos de la defensa

La única medida que parece que fue tomada para ayudar a la víctima fue la de quitar de la cocina los cartones de vino, según aseguró un camarero. La exmujer de García Adán reconoció que optó por refugiarse en el alcohol por la presunta mala vida que le daba su esposo.

Ayer todos los testigos que intervinieron en el juicio defendieron a García Adán. Los había convocado su abogado, el madrileño Manuel Ortega Caballero, para desvirtuar todas las acusaciones. Ninguno presenció agresiones ni tampoco encierros en la trastienda del burdel porque, dijeron, por esa parte circulaban habitualmente personas que podrían haberla rescatado.

El fiscal y la acusación dicen que también hubo encierro en la suite porque desde el teléfono allí existente solo se podía comunicar con la recepción. Los testigos dijeron que se podía llamar al exterior. Una mujer contó que llamaba a Colombia con una tarjeta, pero no explicó cómo.