En todo caso, la polémica que ha suscitado su texto le resulta «un poco exagerada». «A mí me parece bien que se conserven las lenguas, pero no en este plan talibán. No tengo nada en contra del gallego ni de los dialectos, aquí en Asturias se habla una cosa que se llama bable que es inventada absolutamente. Me parece muy bien que los gallegos hablen gallego y los catalanes, catalán, pero siempre bajo unas normas, sin olvidarnos de que estamos en España. Lo que no me parece bien son los extremismos, de que porque yo le haya contestado eso ya yo sea una enemiga del gallego», sostiene para terminar apuntando que tanto a gallegos como a catalanes les pide que «cuando se dirijan a mí, que soy asturiana, lo hagan en castellano».