Pero las consecuencias de la decisión de Suiza no solo se han dejado sentir sobre las relaciones bilaterales entre ese país y sus vecinos de la Unión Europea. La derecha populista de Noruega -partido que forma parte de la coalición que gobierna ese país- pedía ayer la convocatoria de un referendo similar al celebrado en Suiza, para decidir sobre la entrada de inmigrantes en el país.
«No tomo posición sobre el sistema de cuotas sobre el que se ha expresado el pueblo suizo», argumentaba Mazyar Keshvari, portavoz para asuntos de inmigración del Partido del Progreso noruego, favorable a practicar una política más restrictiva de inmigración, quien añadía a continuación: «Pero la idea de un referendo es interesante y Noruega debería también organizar un referendo sobre inmigración. Estoy totalmente seguro de que habría una mayoría en favor de un endurecimiento», opinaba en unas declaraciones recogidas por la agencia AFP.
Noruega no forma parte de la Unión Europea, aunque está vinculada al bloque europeo a través de su pertenencia al espacio económico europeo y al espacio Schengen. Según los datos del Instituto Galego de Estatística, 132 gallegos viven, según datos del año 2013, en ese país.
Igual que ocurría en el caso de Suiza, donde la tasa de desempleo del 3,5 % no parece suficiente para justificar una medida como la aprobada el domingo, en Noruega la tasa de desempleo es del 2,8 %. En enero del 2012, según datos de la ONU, 25.000 puestos de trabajo estaban vacantes en ese país.
Con todo, la decisión apoyada por los ciudadanos suizos el domingo no ha despertado grandes adhesiones en Europa. Solo la líder ultraderechista del Frente Nacional francés, Marine Le Pen, alabó el «sentido común» de los suizos y manifestó su convencimiento de que si los franceses tuviesen la oportunidad de votar en un referendo como los suizos, se pronunciarían a favor del «final de la inmigración masiva».
Liga Norte
También el partido ultraderechista italiano Liga Norte aplaudió el resultado de la consulta celebrada en Suiza, un país que «hace bien en defender sus intereses», aseguran sus dirigentes.
Precisamente el temor a que el resultado de las votaciones del domingo en los cantones suizos alentase las posturas de la extrema derecha, contrarias a la inmigración, se asentó inmediatamente entre las fuerzas democráticas de todos los países europeos, que mostraron unánimemente su discrepancia con la decisión refrendada en las urnas suizas y, al mismo tiempo, su preocupación por las consecuencias que aquella pudiese tener en las relaciones europeas.