Paseos marítimos fuera de juego

La Voz MARÍA CEDRÓN / LA VOZ

GALICIA

Marcos Míguez

05 feb 2014 . Actualizado a las 09:40 h.

Oleaje fuerte. Larga duración del temporal. Mareas vivas. Marea meteorológica. Todos esos factores, combinados con las características morfológicas del fondo, son determinantes a la hora de vaticinar la virulencia del mar sobre la tierra. Ese cóctel fue el que provocó durante la madrugada del domingo los destrozos en distintos puntos de la cornisa cantábrica.

Desde el paseo marítimo de A Coruña al puerto de Cariño, el dique de abrigo de Estaca de Bares -el más antiguo de España todavía en funcionamiento-, la playa del Sardinero, en Cantabria; el paseo marítimo de San Sebastián, en el País Vasco... todos sufrieron la furia del temporal. En eso coinciden Juan Ramón Acinas, del Colegio de Ingenieros de Caminos de Galicia y profesor de Ingeniería Hidráulica de la UDC; Íñigo Losada, del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria, y Néstor Urrutxua, ingeniero de la empresa TYPSA y miembro del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos del País Vasco.

Pero la historia lleva repitiéndose con mayores o menores consecuencias, al menos en A Coruña, de forma periódica desde la construcción del paseo en 1993. No es en el único lugar donde ocurre. «En la cornisa cantábrica -explica además Néstor Urrutxua- cada vez están registrándose un mayor número de temporales extremos en un mismo año».

Por qué pasa eso es la pregunta que tratan de responder estos expertos. «En el caso de la bahía del Orzán, por ejemplo, el fondo es muy heterogéneo. Eso provoca que el mar adquiera mayor fuerza en determinados puntos, que justo coinciden con aquellas partes del paseo que han sufrido mayores destrozos», dice Juan Ramón Acinas, que recuerda que esa parte de la ciudad está levantada en un terreno ganado al mar, un factor a tener en cuenta.

Tanto Urrutxua como Losada advierten de que, a la hora de prevenir nuevos destrozos, «no hay que olvidar que el nivel del mar está aumentando».

Cota de inundación

Se debe calcular hasta dónde puede alcanzar el agua en un contexto extremo (lo que se conoce como cota de inundación) a la hora de planear una actuación en la costa. «Cuando calculamos la cota de inundación nos basamos en datos. Desde hace años España tiene redes de medida que permiten que la incertidumbre sea baja. España debe adaptarse a la directiva marco de inundaciones de la UE que indica que han de hacerse mapas de zonas que son inundables cuando hay elementos extremos», dice Losada.

Entre las medidas para mitigar el riesgo sugeridas por este experto están, además del método de alertas que habilitan las autoridades cuando llega un temporal, otras como modificar estructuras que hay en la costa. «Puede hacerse, por ejemplo, subiendo la altura de los paseos, los muelles o los diques, o construyendo muros de defensa». Pero además, habla de alternativas como, por ejemplo, «adoptar medidas vinculadas a una política de seguros que favorezcan que los destrozos puedan recuperarse mejor o hacer un plan de zonas con alto riesgo de inundación y, en aquellas donde aún no está edificado, limitarla».

Pero Acinas apunta que ofrecer un remedio global es complicado. «Hay que tratar de prever los cambios del litoral porque el mar va a tratar de recuperar aquello que se le ha quitado». Y habla del caso de A Coruña, donde el Ayuntamiento valoró los destrozos causados por el temporal en más de 700.000 euros. «La morfología de la barandilla no es la más adecuada, un cambio es una alternativa. Además podría hacerse un arrecife artificial sumergido para homogeneizar la energía que ahora llega de forma heterogénea a la costa debido al tipo de fondo», sugiere.

Para Urrutxua, a cuya empresa el Gobierno vasco ha encargado de urgencia el proyecto para el refuerzo del contradique del puerto de Orio, muy castigado por el azote de los temporales, «lo que debería hacerse es un reanálisis de las obras portuarias porque muchas fueron construidas hace años con alturas de ola de diseño que se han visto superadas con creces. Normalmente las obras son diseñadas con un período de retorno de entre 50 y 100 años, pero hemos visto últimamente que la altura de las olas está superando los máximos registrados con anterioridad por las boyas, además cada vez son más los episodios de temporales extremos en un mismo invierno».

Además, alude a actuaciones realizadas en los años 70 cuando no era conocida todavía la importancia de las dunas como elemento de defensa de las playas ante de la furia marítima. «En la playa de Plentzia-Gorliz, por ejemplo, habían construido una carretera sobre la zona dunar de la playa y hace 5 años fue demolida para que la playa recuperara la zona de dunas, tan importante para la defensa de las playa ante los temporales, por lo que a lo mejor habría que analizar la posibilidad de devolver a las playas lo que era suyo antes de la construcción masiva en primera línea de costa», avanza.