Condenado a 17 años el kosovar que mató a un gallego en Suiza

S.G. Rial CARBALLO / LA VOZ

GALICIA

Julio García, de Sobrado, reclamó un préstamo y recibió 13 puñaladas

03 feb 2014 . Actualizado a las 10:24 h.

El Tribunal Criminal de Ginebra ha condenado a 17 años de cárcel a un ciudadano kosovar, Mejdi E., por el asesinato de un emigrante gallego, Julio García López, ocurrido el 10 de abril del 2012. El juicio se celebró esta semana, y los tres magistrados de la sala (además de otros cuatro asesores) respetaron prácticamente la petición del fiscal, que solicitaba 18 años de prisión.

Julio García, que tenía 78 años en el momento de su fallecimiento (nació en 1934), era natural del lugar de O Cepo, en la parroquia de Cumbraos, en el municipio de Sobrado dos Monxes, donde viven sus hermanos. Llevaba ya medio siglo en Suiza, donde se dedicó a la hostelería. Residía con una mujer francesa (ingresada en una residencia por problemas de movilidad) y no tenía hijos.

Tenía una apacible vida de jubilado en su casa del número 43 de la calle Caroline, en el barrio de las Acacias, municipio de Carouge, al norte del cantón ginebrino. Frecuentaba un bar próximo en el que trabajaba su agresor, de 44 años, casado y con hijos, que tenía antecedentes por delitos menores.

Según relató a La Voz una persona que tuvo conocimiento directo del juicio, el kosovar le había pedido a Julio dinero prestado, con el que hacer frente a sus numerosas deudas de juego y de otro tipo. Además de ludópata, tenía problemas con la bebida. La cantidad prestada rondaba los 7.000 francos suizos (unos 5.600 euros), aunque ya con anterioridad le había cedido más dinero.

Julio García le reclamó la devolución de ese dinero. El 10 de abril del 2012, por la mañana temprano, acudió al domicilio del gallego, discutieron y le asestó 13 puñaladas. Días después, fue detenido por la Policía. Según se supo en la vista, fue la mujer del asesino la que lo denunció. El Tribunal no tuvo en cuenta ningún atenuante, considerando que su responsabilidad fue «plena y entera», además de la premeditación.

Julio García López tenía poca relación con su Galicia natal. Las visitas frecuentes se habían quedado atrás, y de vez en cuando realizaba alguna llamada a sus familiares. Era afable y educado, señalaron sus vecinos a la prensa local. Tuvo también un piso en la calle Félix Estrada Catoira de A Coruña, vendido hace años. Por esos y por otros motivos fue enterrado en Ginebra.