«Vuelve al club o pago 500 euros para que te rompan las piernas»

Xosé Carreira LUGO / LA VOZ

GALICIA

Un informe revela la dramática situación de las mujeres de la Carioca

15 ene 2014 . Actualizado a las 10:27 h.

La empleada de un club de alterne lucense, investigado en la operación Carioca, fue obligada a ejercer las prostitución aun cuando se encontraba enferma del riñón y después de ser atendida en el servicio de urgencias. «Tienes que volver, y si no lo haces, te voy a buscar. Como si tengo que pagar 500 euros para que te rompan las piernas», la amenazó el encargado del establecimiento, imputado en la macrocausa que puso al descubierto una presunta conexión entre responsables de burdeles y cuerpos y fuerzas de la seguridad de Lugo.

-Estoy muy mal. No puedo más.

-Me importa tres cojones como estés. Tienes que volver al club.

Este fragmento de la conversación entre una empleada del club y el encargado figura en un detallado informe de casi 600 páginas elaborado por la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de Lugo. Fue incorporado en los últimos días a la parte de la causa que no se encuentra bajo secreto de sumario. A la operación, después de más de cuatro años de investigaciones, comienza a vérsele el final. La jueza Pilar de Lara podría empezar a trabajar en el auto final. Sin embargo, está totalmente colapsada de trabajo al no disponer de jueza de apoyo.

El informe del equipo de agentes que trabajan para la magistrada instructora asegura que un total de 77 mujeres de nacionalidad brasileña fueron conducidas desde su país a Lugo por una organización que les pagaba los billetes y les anotaba otros gastos que después tenían que saldar ejerciendo la prostitución en los clubes. Todas recibían un mensaje: «En Barajas, pasad por el control de pasaportes número 16». Allí estaba un policía que hacía la vista gorda. Este agente fue detenido en su momento. A veces fallaba el sistema y, entonces, las mujeres acababan siendo deportadas. A los pocos días volvían. «Aprovecha, pasa», le dijo a una de ellas el policía que estaba en la ventanilla 16. El engranaje de la trama que traía las brasileñas a Lugo estaba tan bien engrasado que hubo momentos en los que por lo menos llegaban dos por semana.

Algunas víctimas pasaron muchas horas sin comer hasta que las asentaron definitivamente en los burdeles. «¡Menos mal que nos dieron en el avión, que si no...!», expresó una de ellas.

Destaca el informe que algunas mujeres vivieron auténticas pesadillas. Varias se perdieron en los aeropuertos, otras tuvieron que dormir en los mismos porque nadie apareció para recogerlas. «Perdí 20 kilos de peso. Llegué a creer que era una máquina de hacer dinero», declaró otra de las empleadas de un club de alterne de O Corgo.

-Lo único que pretendo es marchar lo más pronto posible de este infierno.

-Tengo amigos en la policía y recuerda: tú eres puta y ya sabes que te van a deportar.

En estos términos discurrió el diálogo entre la empleada y el responsable del club que, finalmente, acabó siendo detenido y encarcelado. Ella consiguió en algún momento salir del establecimiento y presentar una denuncia contra quien supuestamente la estaba explotando.

Las deudas que adquirían con la organización superaban por regla general los 3.000 euros. El sistema de pago era el siguiente: por cada pase con los clientes en uno de los clubes principales de la organización cobraban 42 euros, pero esta cantidad no llegaba, ni por asomo, a quien ponía su cuerpo. Dos euros eran para pagar la sábanas; 12, para la «diaria» (comida y dormida), y 10, para la habitación. Cada mujer recibía 18 euros, pero de estos la mitad eran para amortizar la deuda.

El horario de trabajo comenzaba entre las cinco y media y las seis de la tarde y remataba pasadas las cinco de la madrugada los fines de semana.

«Tiene un gran corazón»

En el informe de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Lugo se recogen también situaciones en las que las mujeres apoyan a sus explotadores. En la cabeza de la trama figura José Manuel García Adán, responsable del Queen?s (O Ceao) y también de La Colina (Outeiro de Rei).

«Aunque parezca un hombre duro, tiene un gran corazón. Siempre presta dinero a quien le hace falta», dijo una de las testigos. Varias empleadas relataron cómo se dirigían al jefe para pedirle dinero cuando lo necesitaban para enviar a sus familias en Brasil. Era un sistema más de tenerlas atadas a los clubes de las que, en muchos casos, solo podían salir si pedían permiso.

Esa supuesta bondad de García Adán, que pasó cuatro años encarcelado y que tuvo que ser puesto en libertad al acabar la prisión preventiva, contrasta con las versiones de otros testigos que aseguran que el acusado supuestamente proporcionaría cocaína a las empleadas para tenerlas enganchadas aún más a su entramado.

La organización se quedaba con el 80 % del dinero que conseguían las mujeres

Una víctima: «Perdí 20 kilos. Llegué a creer que era una máquina de hacer dinero»