La izquierda lanza a sus alcaldes contra las políticas de Feijoo

Domingos Sampedro
domingos sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

PSOE y BNG crean un batallón local contra el copago y la tasa de Sogama

03 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El nuevo líder del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro, solo necesitó diez días tras su proclamación como secretario general para hacerse una foto con medio centenar de alcaldes socialistas, aprovechando una asamblea de la Fegamp, y liderar su descontento ante la reforma de la Administración local que impulsa el Gobierno. Su homólogo del BNG, Xavier Vence, hará lo propio esta semana, convocando a la veintena de alcaldes nacionalistas a una cumbre desde la que pretenden lanzar un aldabonazo contra los recortes sociales del PP.

Los cabecillas del PSdeG y el Bloque, privados ambos de la posibilidad de confrontar directamente con Feijoo por no tener escaño en el Parlamento, encontraron en el plano local la oportunidad de asomar la cabeza y marcar perfil político, a base de conformar un batallón de alcaldes con el que contestar a las políticas de la Xunta.

La reforma de la Administración local, que obliga a los concellos a ceder las competencias en materia de servicios sociales en favor de la Xunta y las diputaciones, es uno de los frentes abiertos por los alcaldes contra el PP, posición que en este caso se vio reforzada mediante un acuerdo de la Fegamp, que Feijoo se resistió a ratificar en el debate sobre el estado de la autonomía, a instancias del PSdeG, para no agredir más de lo necesario al Ejecutivo de Rajoy.

«Espírito de Riotorto»

A ese frente anti-PP se suma lo que el Bloque bautizó pretenciosamente como «espírito de Riotorto», en honor al primer concello que decidió corregir con sus propios recursos los efectos del copago de los fármacos de dispensación hospitalaria, implantado desde Madrid y acatado por Feijoo. En Riotorto se inició un movimiento de rebeldía en bola de nieve, al que ya se han sumaron unos treinta concellos, casi todos ellos del BNG y el PSOE, aparte de los escasos activos locales de Anova (Teo y Manzaneda) o de Compromiso por Galicia (Vilar de Santos y Maceda), así como algunos alcaldes -pocos, pero muy llamativo que enarbolen esta bandera- que militan en las filas del Partido Popular.

Y no se queda ahí el cordón político que socialistas y nacionalistas intentan construir para romper el discurso del Gobierno autonómico. El tasazo de Sogama, mediante el cual se prevé un incremento del 34 % del canon que deben abonar los concellos por la recogida de basuras, también tiene la virtud de poner de acuerdo a toda la oposición y, con la boca pequeña, también a unos cuantos alcaldes del PP que o bien asumen el coste político de subir las tasas o bien intentan llegar a las elecciones municipales que tendrán lugar dentro de 18 meses compensando el sobrecoste por otras vías.

En realidad, la estrategia desplegada por el PSdeG y el Bloque no difiere en casi nada de la que practicó el PP al ser apeado de la Xunta en el año 2005. Cuando el partido todavía estaba descabezado -con un Fraga derrotado y liderando la oposición en O Hórreo, y un Feijoo haciendo números para erigirse en sucesor-, 200 alcaldes y concejales del PP llegaron a tomar el Parlamento gallego para protestar contra los recortes en las ayudas de la Xunta bipartita.

En la poderosa implantación local del PPdeG, que entonces doblaba en alcaldías a las que tenían el PSOE y el BNG juntos, encontró Feijoo una de sus mejores armas para acosar y desgastar al Gobierno de Touriño con asuntos como la ola de incendios del 2006 o la política de brazos caídos frente al intento de Anxo Quintana de crear un nuevo andamiaje para las políticas de bienestar social.

Al líder del PPdeG la partida le salió bien, no en vano se convirtió en presidente de la Xunta al primer intento. Está por ver si el PSdeG y el BNG, que acaban de reencontrarse en la primera reunión mantenida entre Besteiro y Vence, son capaces de capitalizarla. Cuando menos, su punto de partida es muy distinto. Ambas fuerzas suman 80 alcaldías frente a las 180 que tenía el PP en el 2007. Eso sí, la izquierda tiene en sus manos plazas como Vigo, Pontevedra y Lugo, que siempre le pueden sacar el sueño al presidente.