De una vida de lujos a compartir espacio con etarras, asesinas o traficantes

La Voz

GALICIA

20 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Rosario Porto se codeó desde la cuna con personas que presumen de intachables. Seguramente, antes de ingresar en la prisión de Teixeiro, no cruzó palabra con ese otro mundo que ahora conoció. De pronto, la madre de Asunta se vio obligada a compartir su espacio con otras mujeres condenadas por hechos casi igual de graves que el que le imputan a ella. En el módulo de mujeres del centro penitenciario de Teixeiro se ve, por ejemplo, con la etarra que participó en la muerte de Miguel Ángel Blanco, con la descuartizadora de Betanzos, con la autora del crimen de la mancuerna -aquella mujer que mató a su marido en A Coruña tras años de sufrir malos tratos-, o con la vecina de esta última que dejó sin vida a dos mujeres que volvían de la compra para robarles las monedas de la cartera.

La compañía de Basterra es distinta. En la enfermería se reúnen esos presos que necesitan ser vigilados por riesgo de suicidio, esos que tienen delitos de pederastia y que no pueden mezclarlos con el resto de los reclusos. «Es el módulo más tranquilo», confiesan fuentes de Teixeiro.