Makelele afronta una pelea fuera del ring para eludir su extradición con un informe de la reconstrucción del accidente que llevó al huir de España
20 oct 2013 . Actualizado a las 14:18 h.De repartidor de Pizza Hut a número 66 de la clasificación de peso wélter de boxeo en Estados Unidos. La vida de Jorge Luis Sosa, conocido en Galicia como Makelele, es una caja de sorpresas. Mientras todos creían que Sosa estaba en una prisión de Pensilvania, él iba a entrenar 7 horas diarias al gimnasio. Ganó su primera pelea oficial en Estados Unidos, en Baltimore, en Maryland, el 20 de julio del 2013. Ahora afronta su mayor combate, pero fuera del ring, una batalla legal para probar al Gobierno de Estados Unidos que es inocente del accidente que causó la muerte de un matrimonio en Vigo en el 2008. Quiere evitar que lo extraditen a España tras dos años y medio fugado. Su gran baza es un informe de la reconstrucción del accidente que hizo la Guardia Civil y que llevó consigo al huir.
George Sosa, como se hace llamar ahora, nació hace 27 años en Nueva Jersey, por lo que tiene la nacionalidad estadounidense. Su padre se afincó en Santo Domingo con buenos contactos en el boxeo. Sosa también tiene nacionalidad española porque se crio en el barrio de O Calvario, en Vigo. Fue militar en Ferrol, donde tiene un juicio pendiente por unas lesiones de tráfico.
Con 22 años, la Policía Local de Vigo ya lo tenía catalogado como loco al volante por sus maniobras en un quad. En aquella época, según dice, trabajaba de repartidor de pizzas y se movía en un Audi A3. «Por la calle, tras el accidente, me llamaban traficante por tener un coche bueno y resulta que yo, en aquella época, trabajaba en un Pizza Hut. Es falso que hiciésemos carreras, hablan como si Vigo fuese el barrio del Bronx o la película Fast Furious», afirma.
Su vida dio un vuelco a las 0.20 horas del 12 de enero del 2008. Jorge Luis Sosa conducía su Audi A3, con cuatro propuestas de seguro, por la calle Jenaro de la Fuente, limitada a 50 kilómetros por hora. En el carril de la izquierda, circulaba otro conductor, Samuel David Fiuza, el Coletas, en un BMW. La jueza del Penal número 1 de Vigo recalca que ambos iban a una velocidad «muy elevada y notoriamente desproporcionada», drogados y bebidos.
La sentencia sostiene que entre Makelele y el Coletas se estableció una «rivalidad» de velocidad hasta que el Audi, que iba a 74 km/h, hizo un giro brusco y colisionó con el BMW, que iba a 109 km/h. El Coletas, sin tiempo a reaccionar, invadió el sentido contrario y colisionó frontalmente con un Citroën AX conducido por Manuel García Lemos, acompañado de su esposa, Dolores Iglesias Hermida. El matrimonio murió en el acto por el violento impacto. Y la novia de Samuel se lesionó.
La jueza relata que, luego, Sosa aparcó en un lugar de difícil localización, fue a un bar próximo y se presentó a la policía como un motorista que fue testigo del suceso y culpó al Citroën AX de invadir el carril contrario y embestir al BMW. Al poco, el Coletas y Makelele, «lejos de auxiliar a la víctimas», se pelearon.
Tras el accidente, la titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Vigo ordenó el ingreso de ambos en prisión provisional por un doble homicidio doloso sin perjuicio de ser considerado imprudente. Tres meses después, salieron libres, pero la Policía Local pilló a Sosa en una moto pese a tener retirado el carné. La sentencia recuerda el historial de Jorge Luis Sosa, condenado a 8 meses de cárcel por conducción temeraria el 12 de diciembre del 2008, a cuatro meses por conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas el 5 de mayo del 2008, y por ir sin carné, a 3 meses más. Sosa fue absuelto en otros pleitos.
Mientras esperaba por un indulto, se marchó de España en enero del 2011 y vivió en Santo Domingo, en la República Dominicana, hasta septiembre del 2012. «Lo pasé mal, dejé a mi familia», relata. En esos dos años, entrenó con un amigo de su padre y peleó en 120 combates amateurs. En el verano del 2012, un mánager de Pensilvania viajó a la isla caribeña, se fijó en él y lo fichó por tres años. Pero el indulto había sido denegado y la Interpol lo localizó hace unos meses en un centro de detención de Pensilvania. Según él, la policía lo paró e identificó por la calle y vieron la orden de busca y captura. «Todo quedó aclarado en comisaría porque aquí no cometí delitos», dice.
Confía en que Estados Unidos se opondrá a la extradición cuando vea la reconstrucción del accidente y sus acusaciones contra la sentencia por «injusta» y «racista». Incluso se queja de que sufrió «maltrato psicológico por la jueza, me prohibió mover cualquier objeto impulsado, ni un carrito de la compra, ni el cochecito de mi bebé». Al final, consiguió que la Justicia le dejase circular en bicicleta.