El alcalde coruñés dice que el fin del oleoducto es un «camino sin retorno», pero no da plazos

E. e. A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

El BNG pide en el Congreso tener acceso al convenio firmado entre Repsol y la Autoridad Portuaria, que tachan de «escurantista»

17 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La primera fase de la marcha de Repsol del casco urbano de A Coruña al puerto exterior de punta Langosteira ya está en marcha. La petrolera se comprometió a dejar libres 26.000 de los 98.000 metros cuadrados que ocupa en los muelles de San Diego antes de abril del 2018.

Para esa fecha habrán desaparecido de la ría los petroleros que transportan crudo, que descargarán ya en Langosteira, pero se mantendrán el 40 % de los tráficos por la ciudad. No está todavía firmado el fin del oleoducto que une San Diego con la refinería, en Meicende, aunque tanto desde la Autoridad Portuaria como desde el Ayuntamiento insisten en que van a continuar de modo inminente las conversaciones con la empresa para concretar, lo antes posible, nuevas fases del traslado de unas instalaciones para las que Repsol tiene una concesión hasta el 2027.

La voluntad de las Administraciones implicadas es que se pueda eliminar el oleoducto que atraviesa varios barrios de la ciudad antes de esa fecha. «La retirada del oleoducto es un camino sin retorno, y esta primera fase es importantísima para que no más tarde del 2018 nos olvidemos de los petroleros en la ciudad», dijo ayer el alcalde de A Coruña, Carlos Negreira.

El regidor aseguró que «nadie entendería que Repsol tuviese un núcleo de actividad en A Coruña y otro en Langosteira», aunque, eso sí, el alcalde popular no puso plazos al cierre del oleoducto.

El BNG recurre al Congreso

Por otra parte, los nacionalistas registraron en el Congreso una petición para tener acceso al convenio firmado entre Repsol y la Autoridad Portuaria y que no se ha hecho público. El BNG considera «escurantista» el pacto y echa en falta datos sobre los que no se ha informado.

Además, preguntaron sobre los plazos de las siguientes fases. Quieren saber cuánto tiempo permanecerán en la ciudad los tráficos de la empresa, al margen de los de sólidos y crudo que se trasladan.

También quieren saber cuál será el destino de los terrenos que queden libres y qué se hará para evitar la especulación con ese suelo. Además, quieren saber qué será del oleoducto que atraviesa varios barrios muy poblados de la ciudad y que une San Diego con la refinería de Meicende.