Oportunidad del socialismo gallego

GALICIA

07 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Cuán largo me lo fiáis. Viene a cuento del cansino camino emprendido por los socialistas gallegos desde sus reválidas en las urnas hasta el momento de adecuar el partido en la sociedad gallega. Claro que han seguido el mismo rumbo de Madrid y Andalucía. Y es que la política no es sólo el arte de hacer posible lo imposible -cínica prestidigitación con el voto del ciudadano-. Es el arte de resistir, traducido al gallego: «velas vir, deixalas pasar». No importa que se pierda la confianza del tejido social para ser referencia en la alternancia, máxime cuando los que gobiernan mienten y atacan los derechos sociales fruto de conquistas de muchas generaciones de españoles. Importa más, seguir en la pomada, disfrutar de los privilegios de la casta, seguir siendo alguien gracias a la profesión(?) de político.

Pero parece que llega el momento para las bases del partido que un día presumió de cien años de honradez. Es la oportunidad para volver a recuperar el pulso social. No se trata de conquistar el poder. Se trata de movilizar las conciencias sociales para poder hacer.

Ante grandes y graves problemas, enquistados, sumisos con los mercaderes, injustamente distribuidos entre el paisanaje, capaces de romper la cohesión y llevar a la desafección del sistema democrático, es cuando más se echa en falta el trípode: ideas, gentes, iniciativa; para poner en marcha la revolución, que supone cambiar el mundo, comenzando por Galicia

¡Hay tanto que hacer!. Lo primero, no confundir lo fundamental con lo instrumental. Una asamblea congresual debe ser capaz de identificar los problemas, hacer un progresista diagnóstico de lo que acontece, sin complejos de culpabilidad por errores pasados, sin complejos de falsa responsabilidad, por doctrina de la curia económica con sede en los mercados. Volvamos la vista a los clásicos que rompieron con el establishment.

El orden no puede invertirse. No se trata de una carrera por ocupar el sillón de la secretaría general. No se trata de una partida -mano a mano- en la que hay que saber colocarse en el bando vencedor. No se puede consentir que se llegue al congreso con el personal atado y bien atado, con promesas de puestos en el partido-empresa. Devuelvan el sueño para un mundo mejor, a los dueños del poder popular. Hagan de Galicia la Atenas de Pericles.