Los beneficios reportados, el desaprovechamiento del monte, la cultura del fuego para limpiar y desbrozar o la despoblación rural, entre los aspectos sociológicos claves del problema
27 ago 2013 . Actualizado a las 18:20 h.
«¿Cuántos ganaderos o agricultores quedan en Cualedro? Háganse esa pregunta y tendrán la respuesta de por qué hay tantos fuegos en Galicia y por qué se suceden periódicamente en prácticamente los mismos lugares». De esa manera un ingeniero agrónomo consultado alude al abandono y al desaprovechamiento del monte como una de las causas del fuego en la comunidad. La clave está en que reporte beneficios económicos. A esas razones se suman, entre otras, una particular cultura del fuego, utilizado como medio para limpiar la maleza y desbrozar el monte; la despoblación de las zonas rurales; la política de contratación forestal, y el peso de patologías mentales entre buena parte de los condenados por provocar un fuego. De hecho, según los datos de la Fundación Civio, autora del estudio España en Llamas, de los 296 condenados por delitos relacionados con los fuegos entre el 2007 y este año, 32 tuvieron dicho atenuante y 22 eran de Galicia.
¿Qué superficie forestal tiene Galicia y cuánta está aprovechada?
La comunidad tiene una superficie forestal arbolada de 1,2 millones de hectáreas, además de otras 800.000 que son monte raso, tal y como muestran los datos que maneja Unións Agrarias. Salvo zonas como el norte de Lugo y A Coruña, donde predomina la plantación de eucalipto para pasta de papel; en el oeste de la provincia de Pontevedra, donde la industria de la madera también juega un papel fundamental en la ordenación del monte, o en Os Ancares, lugar que ha comenzado a explotar el pasto de alta montaña, son muchas las partes de Galicia donde esa superficie está totalmente infrautilizada y cubierta de toxos, una especie altamente inflamable. De explotarse correctamente, podría producir de modo sostenible el doble de madera y pastos que ahora.
¿Cuál es la razón por la que el fuego llega con tanta facilidad a las casas?
La respuesta es clara: la dispersión de la población. Fuentes consultadas aluden a la tendencia, común hasta que no entró en vigor la primera ley de ordenación del territorio promovida por el conselleiro de Fraga, Xosé Cuíña, a construir en puntos alejados de los núcleos poblacionales. Pero también después continuaron levantándose viviendas en zonas rodeadas de monte. La falta de limpieza de las fincas, multada por la Consellería do Medio Rural, hace que las llamas cerquen las viviendas. Porque, aunque la Lei de Montes aprobada por el PP establece que no debe haber árboles en un marco de cincuenta metros en torno a las casas, muchas veces esa norma se incumple, sobre todo en las zonas con habitantes mayores como es el caso de Ourense.