Sería ella la primera en abandonar la seguridad de La Maja para dedicarse en cuerpo y alma a aquella aventura. Tenía 19 años. El resto de los socios todavía seguirían durante un tiempo compaginando su trabajo en la tienda con la apuesta familiar.
Y salió bien. Vaya si lo hizo. Ni coches, ni casas. Todo lo que ganaban lo reinvertían en la empresa. Y en 1975 pusieron el primer ladrillo del imperio: Zara abría su primera tienda en la calle Juan Flórez de A Coruña. Después, la locura. Pero, para entonces, Rosalía ya había abandonado la primera línea de fuego del negocio. Se había apartado de todo para ocuparse del pequeño de sus hijos, Marcos, nacido en 1971 con una grave discapacidad congénita. Aquello lo cambió todo. Le abrió los ojos de par en par a otras realidades. Y, entre millones de cosas, supuso para ella «un vuelco absoluto» en la gestión de su tiempo.