El legado de una voluntad de hierro

G. Lemos / M. Vidal / E. Eiroa A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

<span lang= es-es >Un proyecto que cambia vidas</span>. En la foto superior, Mirta Rodríguez y su hija, Anahir Díaz, que se ha reincorporado al mercado laboral gracias a Paideia. Abajo, un grupo de miembros de Paideia que contribuyeron a la creación de la fundación. A la derecha, la cantante Luz Casal, que también quiso rendir un último homenaje a Rosalía Mera.
Un proyecto que cambia vidas. En la foto superior, Mirta Rodríguez y su hija, Anahir Díaz, que se ha reincorporado al mercado laboral gracias a Paideia. Abajo, un grupo de miembros de Paideia que contribuyeron a la creación de la fundación. A la derecha, la cantante Luz Casal, que también quiso rendir un último homenaje a Rosalía Mera. Gustavo Rivas / César quiAn< / span>

Más allá de fortunas, la Fundación Paideia trasciende como la herencia social de Mera

17 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

«Estuve con Rosalía y Sandra varias veces, y gracias a ellas mi hijo puede vivir y yo también». Beatriz Quiñoy, madre de un joven esquizofrénico que ahora trabaja de jardinero gracias a la Fundación Paideia, quiso acercarse ayer al tanatorio en el que se vela el cuerpo de Rosalía Mera para trasladar a los familiares su agradecimiento a una mujer que, asegura, se mostraba recta con los trabajadores pero «los encaminaba muy bien».

Paideia, bautizada así por el «ideal helénico de la educación, la cultura y la gestión», nació en 1986, fruto de la experiencia personal de Mera en su segunda maternidad. La empresaria se rodeó entonces de un círculo de profesionales del ámbito sanitario para mejorar la calidad de vida de los niños discapacitados y, de forma indirecta, también la de sus padres. Comenzaba ahí el tránsito de mujer de negocios a filántropa, faceta a la que ha dedicado su último cuarto de siglo de actividad, aunque sin dejar de lado nunca la perspectiva empresarial. Porque Mera fue una firme defensora de la integración a través del trabajo, especialmente en unos oficios manuales que reivindicaba cada vez que tenía oportunidad como contrapunto a la economía especulativa que, decía, estaba haciendo zozobrar la «barcaza común».

La fundación nació bajo el paraguas de Inditex, aunque quince años más tarde, en el 2001, se produjo una refundación, con la salida del grupo textil. Para entonces, ese germen inicial ya había brotado diversificándose en varias ramas de actividad, que todavía mantiene. Así, junto a los proyectos de empleo social, Paideia lidera programas para favorecer la movilidad exterior de los jóvenes, ha abierto un vivero de empresas en A Coruña cuyos medios puso recientemente a disposición del Ayuntamiento para dar más oportunidades a los emprendedores y desarrolla un intenso trabajo en el campo cultural, que incluye el patrocinio de numerosos filmes.

Alguna de las personas que han participado en los proyectos de la Fundación Paideia quisieron ayer contar su experiencia y destacaron la profunda implicación de la entidad en el desarrollo sociocultural de Galicia.

Proyectos de Inserción

Mirta Rodríguez: «Solo las madres que tenemos hijos con discapacidad entendemos lo que es». Anahir Díaz tiene 36 años y es sordomuda. La labor de Paideia le permitió reincorporarse al mercado laboral después de que el ERE en una conocida empresa textil coruñesa la dejase en el paro tras diez años trabajando como planchadora. Su madre, Mirta Rodríguez, se decía ayer afectada «como si hubiese muerto alguien de mi familia, aunque no la conocía de nada». «Nos recibieron con los brazos abiertos», relata sobre su experiencia con los técnicos de Paideia, a los que agradece que su hija haya podido ir encadenando en los últimos meses distintos contratos temporales que la han mantenido en activo. Algo que achaca a la experiencia de Rosalía Mera porque, argumenta, «solo las madres que tenemos hijos con discapacidad entendemos lo que es». Mirta insiste en pedir que se glose la figura de la empresaria, «porque no se sabe todo el bien que ha hecho a familias como la mía». Quizás por eso, pese a sus reticencias iniciales, no pudo resistir el impulso y acabó acudiendo al velatorio para transmitir a familiares y colaboradores su pésame.

Movilidad juvenil

Irene Martínez: «Fue a Alemania a hablar con el jefe de la empresa en la que hacía prácticas». Aunque de un modo muy diferente, la vida de Irene Martínez también dio un vuelco el año pasado, cuando se embarcó en el programa La Ida, que busca fomentar la movilidad exterior de los jóvenes para que puedan desplazarse a Alemania a completar su formación y realizar prácticas en empresas. A través de esta iniciativa esta joven de Lousame, que ahora vive en Ribeira, ya se ha expatriado en dos ocasiones para ampliar su experiencia profesional en el sector hostelero y, de paso, aprender el idioma de un país en el que tiene claro que le gustaría desarrollar parte de su carrera profesional. En su primer viaje a Alemania recaló en Augsburgo junto a otros nueve jóvenes gallegos. Mientras hacían sus prácticas, financiadas por la fundación, recibieron la visita de Rosalía Mera. «Fue a hablar con los jefes de las empresas en las que estábamos haciendo prácticas y luego tuvimos una recepción en el Ayuntamiento», cuenta Martínez, que tras una segunda estancia en un hotel en Alemania espera otra llamada de Paideia para conocer su nuevo destino en aquel país, al que espera volver en pocas semanas. «No solo creces profesionalmente, sino también en lo personal, aprendes el idioma y a vivir sola, a madurar. Gracias a eso ahora tengo más currículo», asegura Martínez, que agradece al personal de Paideia que, «cuando tienes dudas y crees que no podrás hacerlo, te digan que sí, que eres capaz».

Mecenazgo artístico

Fernando Cortizo: «Cuando le presentamos el guion éramos unos novatos desconocidos, pero ella supo ver ahí algo diferente». Otro de los colectivos más beneficiados por el trabajo de la fundación es el de los artistas locales, que han encontrado en muchos casos financiación para sus trabajos. Es el caso de Fernando Cortizo, director de la película de animación O apóstolo, que ayer recordaba a Mera como «una mujer volcada con la cultura, que arriesgaba con los nuevos proyectos». «Cuando le presentamos el guion éramos unos novatos desconocidos, pero ella supo ver ahí algo diferente y no dudó en respaldarnos, sin ella nunca se habría realizado esta película». No fue el único filme en el que Rosalía Mera actuó de mecenas, una lista en la que se incluyen títulos como Los muertos van deprisa o Invasor, cuyas bandas sonoras se grabaron en el estudio que Paideia ha habilitado en su centro de iniciativas empresariales Mans, en A Coruña. La faceta de promoción artística se completa con la convocatoria anual de premios a la excelencia musical y, en lo personal, con una importante colección de arte de autores gallegos, entre la que destacan obras de Xaime Cabanas o Luz Antequera y que Rosalía Mera ha ido alimentando no con criterio de inversión sino dejándose llevar por su gusto.