Un empresario gallego muere en Venezuela víctima de un asalto

Emma Araújo SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Antonio Barreiro, nacido en Trazo, fue asesinado tras un intento de robo

17 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Antonio Barreiro González, un empresario de origen gallego que en 1956 emigró a Venezuela desde el municipio coruñés de Trazo, murió asesinado en la tarde del jueves mientras se encontraba en una finca de su propiedad en Sanare, una zona de montaña cercana al área turística de Tucacas en la que Barreiro se dedicaba al alquiler de cabañas vacacionales cerca del parque nacional Morrocoy, un enclave idílico del país bolivariano.

Según información aportada por su propia familia, Antonio Barreiro González recibió al menos cuatro tiros cuando se enfrentaba a dos asaltantes que podrían formar parte de un grupo de cuatro personas que dos días antes ya habían intentado robarle maquinaria en la misma finca, pero de los que había conseguido librarse.

Precisamente sus familiares más directos habían intentado persuadirlo de que no viajase a su finca de Sanare por razones de seguridad, pero optó por continuar con su rutina de trabajo y negocios, por lo que regresó al mismo lugar en donde fue abatido.

Barreiro González estaba casado desde el año 1968, tenía tres hijos y cuatro nietos, todos residentes en Venezuela, país al que había emigrado con sus cuatro hermanos.

Tras su llegada al país bolivariano comenzó a colaborar en el negocio de la familia, que se dedicaba a la importación de semillas de frutas y plantas que adquirían en Holanda y Francia. Pero su vocación estaba en el sector del turismo y la construcción, lo que le llevó primero a participar en la obra del embalse de Camatagua. Y en los años sesenta optó por trasladarse a los cayos de Tucacas, en la zona noroccidental de Venezuela, donde comenzó a dedicarse a la construcción y gestión del alquiler de cabañas para períodos vacacionales, además de asumir el mantenimiento de inmuebles de particulares en el entorno.

Aunque Barreiro consiguió la nacionalidad venezolana y desarrolló toda su actividad en ese país, el empresario de origen gallego siempre mantuvo estrechos lazos con sus familiares de Trazo, pequeño municipio en el que viven sus tres tías, de avanzada edad, que ayer por la tarde recibieron la noticia de su brutal asesinato. Sus allegados en Galicia, que también se reparten entre A Coruña y Ordes, concello en el que disponía de una vivienda, recordaban ayer su última visita. Fue hace dos años, y llegó con su hermano, también emigrante en Venezuela.

Reciente enfermedad

Su muerte ha conmocionado a todas las personas que lo conocían, ya que el pasado mes de mayo tuvo que someterse a una arriesgada operación de corazón de la que se recuperó con rapidez. Y tras superar la convalecencia, fuentes familiares han confirmado que su intención era seguir trabajando, pero a menor ritmo para disfrutar especialmente de sus cuatro nietos gracias a lo que él mismo definía como «la segunda oportunidad que me ha dado la vida».

El entorno del empresario ha hecho un llamamiento a las autoridades venezolanas para que se esclarezca su asesinato cuanto antes «y que se haga justicia a un hombre trabajador, colaborador y honesto».

Miembros de su familia avanzaron en la tarde de ayer que habían recibido información extraoficial que apuntaba a que ya se habría producido la detención de uno de los sospechosos de su asesinato.

Aunque la actividad empresarial de Antonio Barreiro González se desarrollaba en la zona turística de los cayos de Tucacas, un espacio turístico relativamente seguro, la ciudad de montaña de Sanare, pese a su cercanía, ya está considerada una zona más peligrosa, al constatarse en los últimos meses un incremento de los delitos de robos y extorsiones como el que posiblemente motivó el asesinato de Barreiro González. La ciudad de Sanare, perteneciente al estado de Lara, tiene cerca de cincuenta mil habitantes y está a más de 450 kilómetros por carretera de Caracas. En el estado de Lara se han registrado a lo largo de este mes de agosto una treintena de muertes violentas.