Los ladrones se ceban con los pisos vacíos y los ocupados por mayores

redacción / la voz

GALICIA

Los robos con fuerza en domicilios han aumentado un 32,6 % con respecto al año pasado

12 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Esperan a que una vivienda quede vacía y atacan. Aunque se han dado casos de llevarse hasta el televisor o la pila del lavabo, normalmente roban dinero y joyas, objetos fáciles de colocar en el mercado. Ese es el modus operandi de los ladrones que a lo largo de los dos últimos meses han cometido asaltos en diferentes puntos de Galicia. Pisos céntricos de Ourense y Pontevedra, chalés en A Toxa, viviendas unifamiliares en Sanxenxo... son los últimos objetivos de los asaltantes. De hecho, según los datos que maneja el Ministerio del Interior relativos al primer trimestre del año, son los robos con fuerza en domicilios los que más han aumentado -un 32,6 %- en dicho período con relación al primer trimestre del 2012. Sobre los últimos asaltos, la policía sospecha que, al menos en el caso de Pontevedra, se trata de una banda organizada e itinerante, que bien podría ser la misma que actuó a finales de julio en la ciudad de As Burgas.

Esa teoría explicaría que los asaltantes se hubiesen cebado con los vecinos de un edificio situado frente a la Comisaría Provincial de Policía, en el barrio de As Lagoas. El incidente ocurrió a primera hora de la tarde del 27 de julio. Era sábado y había pocos vecinos en casa. Los ladrones, tres hombres que, según un testigo, hablaban con acento sudamericano, lograron franquear el portal colocando un esparadrapo en la cámara del portero automático y asegurando que iban a visitar a un cuñado.

Primero comprobaron que no hubiese vecinos en las tres viviendas de cada planta y, a continuación, forzaron las puertas, para coger dinero y joyas. Su pericia les permitió derribar las tres puertas del 6.º piso, en el que no había residentes. En total, asaltaron 7 viviendas, de las 21 del edificio. Su botín, en apenas una hora, unos 50.000 euros.

Aunque los afectados son reacios a hablar, algunos inquilinos reconocen que desde entonces todos sienten miedo. «La verdad es que cosas así te meten el miedo en el cuerpo, pero también pensamos que si ya han venido una vez, no van a volver», reconocía un vecino que no se vio afectado. Las autoridades ourensanas son reacias a dar datos oficiales, pero algunas fuentes policiales aseguran que desde que comenzó el verano se han registrado en la capital medio centenar de robos.

El patrón usado por los ladrones en Pontevedra es semejante. Estos entraron en varias viviendas del área de A Parda y A Estrada cuando no había nadie. «Cuando llegué estaba la cerradura reventada y todo revuelto, no dejaron ni un solo hueco en el que mirar, hasta el cubo de la basura», explica una de las vecinas que sufrió el asalto. «Buscaban dinero y joyas. De hecho llevaron varias alhajas familiares de bastante valor», matiza.

Un mes antes, a finales de junio, en A Toxa varios chalés vacíos utilizados como segunda vivienda fueron asaltados tras forzar una ventana. El botín fue escaso: televisores, una máscara de Sargadelos o un deuvedé... Y en Couso (A Estrada), esta semana los ladrones entraron en una casa unifamiliar con sus habitantes dentro y llevaron, entre otras cosas, un cortacésped y varias tumbonas...

Pero no solo crecen los robos en inmuebles particulares. Este mes los estradenses han visto cómo robaban en una gasolinera y en el almacén de Cash Froiz. El viernes atracaron en Santiago una sucursal de Banesto y en Vigo la policía busca a unos ladrones que atracaron a punta de pistola un estanco, únicamente unos días después de que hubieran desvalijado una perfumería en la misma ciudad. Y son solo unos cuantos ejemplos.

Un reclamo para las empresas de seguridad

La oleada de robos también puede ser un negocio. En Ourense, igual que también ocurrió el mes pasado en A Toxa después de que fueran denunciados varios robos en chalés de una urbanización de lujo, es el reclamo principal de algunos negocios especializados en seguridad, que en los últimos días están desarrollando una campaña puerta a puerta ofreciendo a los propietarios o inquilinos la posibilidad de incrementar su protección instalando una alarma.

Los comerciales -que no dudan en recurrir a la baza psicológica informando al cliente de los asaltos más recientes- ofrecen distintos productos para convencerlo. Con cierto tremendismo, explican incluso cómo se ejecutan esos asaltos, asegurando que los ladrones extraen las mirillas de las puertas para introducir una cámara por el hueco y ver si hay alguien dentro y, si finalmente deciden cometer el robo, cómo franquean las puertas manipulando las barras de acero del cierre.

Para evitar pasar por esas situaciones, los vendedores ofrecen sistemas que cuestan poco más de 500 euros al año, con la posibilidad de que incorporen avisos silenciosos «por si los intrusos lo están amenazando». Con tanto detalle, a cualquiera le entra el miedo.

Reportaje elaborado por Marta Vázquez, M. Cedrón, Alfredo L. Penide, Rocío García y E. V. Pita