Accidente en Santiago: El otro pórtico de la Gloria

Jorge Casanova
Jorge Casanova SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

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Crece a los pies de la catedral un improvisado altar con mensajes de medio mundo

05 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

En una de las esquinas de la plaza del Obradoiro revolotea empujada por el viento una lámina de una virgen que mantiene adherido de forma casi milagrosa un pósit amarillo. Suben y bajan al albur del aire que mueve también las nubes sobre la capital y zarandea los papeles y flores que, espontáneamente, la gente va depositando a la entrada de la catedral. Desde hace unos días, las vetustas figuras del Maestro Mateo han cedido su protagonismo a los mensajes de tristeza, condolencia, esperanza, dolor, que van colonizando la reja de acceso al templo. Los turistas, los peregrinos, se detienen a leerlos, a recordar la tragedia inolvidable.

«No, no tenemos nada que ver con el accidente. Estamos de vacaciones, visitando Galicia, pero queríamos dejar un testimonio de apoyo a las víctimas y a sus familias», explica una mujer de Madrid que da indicaciones a su hija adolescente para encender una vela que ha colocado junto a los cientos que ya alfombran los pies del pórtico. El viento, que no tiene sentimientos, impide que prenda la vela: «Así no, que se apaga», le dice la mujer. Pero se apagará de todos modos, como lo están la mayoría. «Cristóbal estaba herido y sacó a varios enfermos del tren. ¡Gracias valiente!», se deduce más que se lee en un papel roto por el aire. Hay poesías, oraciones, salmos, cartas largas, frases cortas y referencias de medio mundo: México, Cuba, Italia, Alemania, Venezuela, Perú, envueltos por el aroma especial que desprenden las flores que se secan entre las rejas de la catedral.

«¿Qué, entramos ya?», le espeta un hombre a su compañera, inmersa en la sobrecogedora fascinación que provoca ese nuevo pórtico de la Gloria. «Espera», contesta ella. Hay mucho que ver y cada detalle habla del respeto anónimo hacia las víctimas. Entre las velas que reposan en el suelo hay unas viejas chirucas, que sin duda recorrieron el Camino y que su dueño probablemente entregó como ofrenda. Igual que varios bastones, conchas, sombreros, pañuelos y compostelas, el más preciado tesoro del peregrino, puesto allí, a los pies de las víctimas, testigo de la más amarga arribada a Santiago.

Besos perdidos

Las chirucas permanecen desde hace días; los papeles se van renovando a medida que el agua y el aire hacen caer a los más débiles. Hay una carta plastificada que resiste mejor los embates meteorológicos. Es de un hombre que habla de su experiencia como viajero y opina sobre el maquinista. Otros mensajes, sin embargo, conmueven: «...y los besos que te entregué/ te los llevaste demasiado lejos». Son los últimos dos versos de una breve poesía que firma Sevilla. Tal vez solo sea una composición de homenaje, pero tal vez sí viajaban en aquel Alvia unos besos que dos personas guardaban ya como tesoros y que una de ellas ha venido a recordar a este muro del dolor.

Sobre la pasarela de Angrois también se ha reproducido un pequeño altar cambiante que preside una bandera de Galicia con crespón negro. Por allí pasa otro de los caminos que llevan a Compostela y el puente con vistas a la curva ejerce su atracción. Junto a algunos mensajes de solidaridad, de tristeza o de recuerdo pasan más que peregrinos. Turistas, curiosos que quieren ver con sus ojos el lugar del horror. Llegan, aparcan, se sacan fotos y se van. De noche, dicen, vuelven algunas víctimas, de la mano de los psicólogos, buscando la soledad al amparo de la madrugada, cuando nadie puede verlos.

Es imposible saber durante cuánto tiempo peregrinos y turistas, ciudadanos conmovidos, seguirán dejando un recuerdo a los pies de la catedral, alimentando un rito moderno a las puertas de un emblema milenario. Por el momento, cada día hay más velas, que saltan del suelo a las repisas, que quieren decir lo siento, te acompaño, ojalá nunca hubiera sucedido. «Siempre estaréis entre nosotros», firman cuatro nombres sobre un papel que se arruga. «Puedo escribir los versos más tristes, que Neruda escribió aquella noche y sin embargo no poder expresar el pesar de nuestros corazones. El alma de Santiago viajaba en ese tren. Ánimo a todas las familias», se lee en otro folio más entero. «Ánimo e loita», reza un cartel en gallego y firmado en Cádiz.

El lugar más visitado de Galicia se ha convertido espontáneamente en el punto de duelo, donde se vierten lágrimas que la lluvia barre y se dejan mensajes que el viento desgasta. Probablemente, estos días hay más velas fuera que dentro, porque los sentimientos se derraman frente a la reja donde medio mundo no deja de expresar su sincera tristeza por las vidas segadas en la curva de Angrois.