«Metéronme unha pistola na boca e despois dixeron que todo era un erro»

Miguel Cabana
Miguel Cabana LUGO / LA VOZ

GALICIA

Roi Fernández

Un lucense que fue apaleado por tres encapuchados dice que antes de robar en la casa le preguntaron por droga

09 jul 2013 . Actualizado a las 10:21 h.

«Vámonos, nos hemos equivocado». Eso es lo que le dijo el jefe de la banda con acento sudamericano a los otros dos encapuchados, tras apalear, amordazar y robar a un vecino de un pueblo de Lugo que estaba solo en su casa el viernes por la tarde. Desgraciadamente para Jesús -que así se llama la víctima- los asaltantes no cayeron en su error hasta el final. Primero lo molieron a palos, le metieron una pistola en la boca y saquearon la casa de arriba abajo. Luego salieron huyendo con el botín, dejándolo maniatado con bridas y reconociendo que se habían equivocado. Además de 400 euros, se llevaron joyas y diversos electrodomésticos; arrancaron el cable al teléfono fijo y aplastaron su móvil.

La víctima expresa lo sucedido gráficamente: «Metéronme unha pistola na boca e despois dixeron que todo era un erro».

La Guardia Civil cree que efectivamente la banda de sudamericanos que asaltó la casa de Suso de Blas, en Duancos (Castro de Rei) se equivocó de objetivo, pero ya metidos en faena decidieron aprovechar la ocasión y llevarse lo que pudieron. Que fue una equivocación parece claro para la Guardia Civil porque los asaltantes sorprendieron a la víctima en el exterior de la casa y allí mismo se abalanzaron sobre él, lo maniataron y lo llevaron al interior. Lo primero que le preguntaron insistentemente fue «¿Donde está la droga y la caja fuerte?». La respuesta de Jesús fue que no tenía caja fuerte, y que en su vida había visto «ningunha droga, nin sequera na miña xuventude». Tras otra buena sesión de patadas y golpes y de meterle la pistola en la boca, la víctima seguía manteniendo su versión, así que la banda optó por desvalijar cajones y llevarse lo que le apeteció. Se encontraba solo porque su mujer estaba trabajando, y nadie vio ningún coche sospechoso en la zona.

Ayer, Jesús seguía esperando al perito de la compañía de seguros y trataba de recuperar la normalidad cotidiana con mucha retranca. «Medo non teño, so un pouco de precaución, porque xa se ve que se equivocaron».