Carlos Aparicio: «Afganistán es la misión más exigente que hemos afrontado»

Alfredo López Penide LA VOZ EN AFGANISTÁN

GALICIA

El general Aparicio, en su despacho en el cuartel de Kabul.
El general Aparicio, en su despacho en el cuartel de Kabul. l. p. < / span>

Aparicio advierte del riesgo de fracaso en el traspaso de poderes

23 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El mando español en Kabul alerta del riesgo de «colapso del poder civil» si el Gobierno y las Fuerzas Armadas optan por «liderazgos individuales». El máximo responsable del contingente español en el acuartelamiento multinacional de Kabul, el general de brigada Carlos Aparicio, es contundente cuando afirma que, en el marco del repliegue de las tropas, existe el temor entre los aliados de que los señores de la guerra sigan «teniendo una presencia excesiva» en el Gobierno, así como que los programas de reconciliación no sean «aceptados por unos que ven a los talibanes como criminales a los que no se les debe dar otra oportunidad y, por su parte, los talibanes que no quieren entrar en ese juego». Este cúmulo de circunstancias espolea la sensación en algunos círculos de que fracase la transferencia de poder a las autoridades afganas.

-¿En qué se concretaría, si existiese, ese fracaso?

-Si no son capaces de sostener una política, junto con el riesgo de que las Fuerzas Armadas no tengan un liderazgo claro por parte del poder civil, puede llevarles a tomar liderazgos individuales y que se repita la situación que pasó cuando se marcharon los soviéticos y se enfrentaron todos los señores. Podemos tener una nueva generación de señores de la guerra. ¿Hay una gran posibilidad de eso? Sí. ¿Que sea la realidad que tiene más posibilidades? Desde luego que no.

-¿Están preparadas las Fuerzas Armadas afganas para asumir la transferencia del poder?

-Son la institución más preparada para asumir el reto. Pero hay otras instituciones que igual no están tan preparadas. Afganistán precisa de un Gobierno fuerte, pero sin un poder judicial fuerte y sin un legislativo fuerte las posibilidades que tienen de fallar son mucho mayores.

-La inestabilidad sigue siendo una realidad palpable.

-Es parte de la realidad, pero no se puede ignorar que hay una capa de gente joven preparada y formada que tiene unas ilusiones nuevas. Están consolidando un esqueleto frágil que puede fallar, pero que, también, puede tener éxito.

-Para el Ejército español, ¿qué han supuesto estos doce años en Afganistán?

-Todos los ministros de Defensa han reconocido que es la misión más exigente, más difícil y la más complicada que han afrontado las Fuerzas Armadas españolas. No es la más larga, aunque como sigamos acabará siéndolo. En cuestión de peligro, las misiones de 1994 y 1995 en Bosnia dejaron un buen número de bajas y con unos niveles de protección inferiores a los que tenemos aquí. A diferencia de lo que ocurrió en Bosnia, en Afganistán hemos tenido unas reglas de enfrentamiento más amplias y hemos tenido que utilizarlas. Ahora mismo tenemos unos niveles de protección que no hemos tenido en otras misiones.

-¿Entiende que se dijese que aquí no había una guerra?

-La pregunta es complicada para los militares y para los políticos. Sobre lo que hayan dicho los políticos no debo hablar. España decidió venir aquí para asistir a la seguridad. Ese ha sido el lugar común desde un principio y lo seguirá siendo en un futuro. Seguramente se hizo un análisis optimista de la situación en el 2002 o 2003, y ese análisis no fue bueno. Seguramente los únicos que acertaron y no quisieron saber nada fueron los exsoviéticos que dijeron «no sabéis donde os metéis». En todo caso, nunca ha sido una misión puramente de combate. No se vino a Afganistán a una guerra, es la verdad, aunque alguno pueda decir que aquello es una guerra.