Pero en su empeño por no causar daño alguno a la mujer, le dejaron unas tijeras junto a la cama para que pudiese ir cortando las vendas con las que la habían maniatado. Eso sí, le advirtieron que no diera parte a la policía, porque sino, volverían.
La víctima, en cuanto pudo liberarse, corrió a pedir socorro a la casa de una vecina. Eran algo más de las cinco de la mañana, y sin dormir ni saber muy bien lo que había ocurrido, ayer corroboraba que no le faltaba ningún objeto de valor de la vivienda. Y eso que los había a la vista. Todavía no se lo explica.