La Xunta dejó de subvencionarlas hace dos años por la baja demanda. Las líneas más afectadas: A Coruña-Ferrol y Santiago-Ourense
25 mar 2013 . Actualizado a las 16:52 h.Desaparecen porque no son rentables. No son rentables porque no tienen demanda suficiente. Y no tienen demanda, en parte, porque la oferta no es atractiva. Esta es la lógica que está detrás de la decisión de Fomento de prescindir de decenas de servicios ferroviarios en Galicia, probablemente antes del verano. En ese razonamiento caben por igual las tesis del ministerio sobre el carácter deficitario de las conexiones y las de los sindicatos que achacan la baja densidad de viajeros a una desidia en la gestión comercial. Pero todavía hay otra explicación al tijeretazo que amenaza con podar 84 frecuencias semanales y la conexión entre Ourense y Puebla de Sanabria: la decisión que la Xunta adoptó hace dos años de cerrar el grifo de la subvención para las líneas deficitarias.
Ese contexto es fundamental para entender la decisión del ministerio sobre unos servicios que ya computaban en números rojos en 1993. Fue entonces cuando el Ejecutivo de Fraga se planteó subvencionar trenes para que Renfe no recortara frecuencias. Desde la firma del primer convenio, en 1995, hasta que el Gobierno de Feijoo decidió acabar con esa política de ayudas, en el 2010, Renfe ingresó más de 30 millones de euros de las arcas autonómicas a cambio de mantener servicios. Aunque aquellos convenios también obligaban a la operadora a aprovechar la inversión para mejorar la competitividad de la oferta y captar más usuarios. Al final, los viajeros han aumentado, pero no por el aprovechamiento de las subvenciones autonómicas. La paulatina puesta en servicio de la infraestructura de la alta velocidad y la modernización de los trenes han reducido los tiempos en el corredor atlántico (A Coruña-Santiago-Vigo), y han puesto en valor el ferrocarril en Galicia como medio de transporte rápido, cómodo y eficiente.
Por eso, en los planes de reordenación de servicios de Fomento, que ya le ha confirmado a la Xunta que reducirá frecuencias y paradas en estaciones y apeaderos con menos de cinco usuarios al día, no entran ajustes en ese eje. Según los datos de la Confederación General del Trabajo (CGT), el ministerio prevé mantener las frecuencias semanales entre A Coruña y Vigo (212), entre A Coruña y Santiago (224), entre Santiago y Vigo (225), y entre Pontevedra y Vigo (255). Tampoco está en cuestión la oferta entre Vigo y Ourense (42). Los recortes se concentran en el resto. Las más afectadas: Santiago-O Carballiño-Ourense, donde se suprimirían hasta 26 de sus 68 frecuencias semanales; y A Coruña-Ferrol, con la posible reducción de 24 de las 66 actuales.
¿Y qué dice la Xunta?
Precisamente, este servicio entre las dos ciudades coruñesas es uno de los que pueden correr peligro. Un alto cargo de Fomento señaló hace unos días en el Congreso que no podía garantizar la continuidad de esa línea. Sí lo hace la Xunta, que asegura que la frecuencia A Coruña-Ferrol no corre peligro. Todo lo contrario que la que une Ourense con Puebla de Sanabria, que sin subvención sigue siendo tan deficitaria como cuando los recursos autonómicos tapaban las pérdidas de Renfe. En el 2010, la Xunta pagaba a la operadora 42 euros por cada viajero que hacía el trayecto entre Ourense y A Mezquita, cuando el precio del billete era de 6,50. Sin ayuda pública, a Fomento no le interesa mantenerlo. Los 9.000 usuarios anuales de la línea a Puebla de Sanabria reportan 37.400 euros, pero su mantenimiento cuesta 1,27 millones.
¿Y qué dice la Xunta? Asume que el cierre es inevitable. Su discurso es que los vecinos de las comarcas afectadas serán atendidos con autobús. Pero no está dispuesta a maquillar con dinero público un ferrocarril que no es rentable donde no está bien gestionado.