El ladrón del Códice, al que le encontraron casi dos millones de euros en sus propiedades y que está también acusado de haber robado durante más de una década en la caja fuerte de la catedral, asegura también que el robo era práctica habitual en la catedral y que estaba generalizado. «En la catedral yo siempre vi que robaban dinero [...] metían la mano en la bolsa y sacaban dinero, eso lo vi yo», asegura Fernández Castiñeiras, que añade que «cuando venían las ofrendas en cestos o recipientes con plata, jamones o buenos vinos, cogían lo mejor y se lo llevaban y el resto lo veía yo entrar por la puerta de la sacristía, pero ya habiendo vaciado parte del recipiente».
Fernández Castiñeiras se ha decidido ahora a hablar, pero asegura que llevaba mucho tiempo «pensando en cómo hacer para que la gente se entere de lo que estaba pasando en la catedral de Santiago», y advierte que su escrito, pese a tener quince folios, es solo «un pequeñísimo granito de arena de lo mucho que tengo que manifestar». Una amenaza que apunta directamente a la Iglesia.