Aunque en esencia el discurso básico de Francisco Álvarez Cascos ante el tribunal fue muy similar al de sus comparecencias parlamentarias, hay algunos aspectos que son sensiblemente diferentes. El abogado Avelino Ochoa confesó ayer estar sorprendido con la «actitud pasiva» de todo un ministro durante la gestión de la crisis del Prestige. Cascos le contestó que solo era respetuoso «con la jerarquía y las competencias». Sin embargo, en su comparecencia parlamentaria monográfica en el Congreso de los Diputados en diciembre del 2002, Cascos desplegó una actitud muy diferente. «Desde el primer momento asumo en el ministerio las riendas de este asunto», dijo, quizás más centrado en lo que era la responsabilidad política. También se mostraba entonces más copartícipe de la decisión de alejar el petrolero. «Desde los técnicos hasta los que respaldamos las decisiones adoptadas, lejos de ceder ante cualquier pretensión de acercar el buque a las costas españolas, mantuvimos e hicimos cumplir en todo momento la decisión de alejar de la costa el petrolero», aseguró.
Hay que recordar que por aquellas fechas aún no se había interpuesto la querella de Nunca Máis contra tres altos cargos. La Administración, por tanto, estaba quizás más relajada ante eventuales responsabilidades penales. No obstante, Cascos también fue coherente con la línea argumental de no cuestionar las decisiones de los técnicos. «No recuerdo en este momento, haciendo memoria de los acontecimientos de casi un mes, haber impulsado, autorizado o promovido una sola decisión que no se basara en la ratificación de los informes o los criterios de los técnicos».