El trazado de la N-547 a su paso por Arzúa se ha cobrado seis vidas en solo tres meses

s. l. SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Cada día cientos de conductores se exponen al riesgo que plantean sus tramos repletos de curvas y con un firme que presenta deficiencias de drenaje

21 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Llueve sobre mojado en la sinuosa N-547. Los tres miembros de la misma familia que en la tarde del sábado se dejaron la vida en una colisión en el trazado de la carretera que discurre por el municipio coruñés de Arzúa se suman a las tres personas, también de la misma familia, que el 17 de octubre pasado perecieron en circunstancias similares en un choque a apenas seis kilómetros del último. En tres meses, son ya seis las víctimas mortales que convierten este tramo de la N-547 entre Arzúa y Melide en uno de los grandes puntos negros de la red gallega.

Estos siniestros dan la medida de la extrema peligrosidad de un vial en el que cada día cientos de conductores se exponen al riesgo que plantean sus tramos repletos de curvas y con un firme que presenta deficiencias de drenaje. Los vecinos de la zona saben que muchos puntos del trazado son una trampa mortal cuando el asfalto está mojado. Es el caso de las curvas de Boente, en las que tuvo lugar el siniestro de octubre, donde se han llegado a contabilizar 28 salidas de vía en un mismo mes. Los accidentes se suceden mientras Fomento sigue acumulando retrasos en las obras de la autovía A-54 (Santiago-Lugo). Aunque la previsión inicial marcaba su apertura en el período 2008-2010, el vial que debe sacar el tráfico de la peligrosa N-547 sigue a día de hoy sin un calendario de conclusión.

En el siniestro del sábado pereció un matrimonio, que residía en Lugo. La mujer, María Elena Fernández, regentaba una conocida imprenta. Su familia y la de su madre, que fue la tercera víctima mortal del accidente, es muy conocida en Palas de Rei. De este concello era natural el otro fallecido, Roberto Carreras, según informa Jesús Varela desde la Redacción de Lugo.