Dos décadas de favores

GALICIA

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El éxito electoral del baltarismo no tuvo réplica en el desarrollo de la provincia de Ourense

13 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Ourense no es Chicago por mucho que la ciudad americana haya sufrido en su día un fuego devastador y que por las venas de la ciudad de As Burgas fluyan aguas hirviendo que la convierten en inigualable capital termal. Es la actualidad de los últimos días la que genera un paralelismo entre personajes históricos de ambas urbes, como son Al Capone y José Luis Baltar. Salvando las infinitas distancias entre el jefe mafioso y el expresidente del Partido Popular en Ourense, ambos llegan ante la Justicia por lo que es poco más que una anécdota en las respectivas trayectorias.

Si en el Chicago de los años 20, los intocables de Eliot Ness detuvieron al capo por una evasión fiscal, en el Ourense del 2013 un juez admite a trámite una querella contra Baltar en la que se le acusa de un delito de prevaricación por la contratación a dedo de 104 personas en la Diputación provincial. Una bagatela si se analizan las contrataciones hechas durante los 22 años que estuvo ejerciendo, en expresión por él acuñada, de cacique bueno.

Se levantó cada día con la ilusión de hacer un favor. Esa actitud le proporcionó pingües beneficios desde que en 1990 tomó posesión de la Diputación sustituyendo a Victorino Núñez, cuando este se fue a Santiago a presidir el Parlamento. Antes de que rebasara Lalín pensando que en Ourense dejaba todo atado y bien atado, Baltar Pumar ya había tomado unas riendas que no soltó hasta que las dejó en manos de su hijo. Desde el inicio practicó la política del favor que había aprendido de su maestro Eulogio Gómez Franqueira, y tejió una pirámide clientelar en cuyo vértice superior solo estaba él. Ideológicamente fue franquista, centrista, nacionalista y fraguista del PP.

A medida que fortaleció su poder, emergió el baltarismo, corriente que su hijo José Manuel ni puede ni quiere mantener, como atestigua su política de cierre de chiringuitos paternos y eliminación de empleos públicos.

El 58 % de los votos

El baltarismo murió el 27 de enero del 2012 cuando Baltar abandonó la política. Atrás quedaron llenos los graneros electorales de Manuel Fraga, José María Aznar, Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijoo y vacíos de bienestar los de la provincia. Sus éxitos electorales, que rozaron el 58 % de los votos, no fueron acompañados de sus éxitos como gestor. La provincia pasó de los 435.579 vecinos que tenía cuando tomó el poder a los actuales 330.257, de los que tan solo 106.000 son activos (30.000 en el paro). La agricultura y la ganadería son testimoniales, la industria languidece, los poderes financieros (Caja Rural y Caixa Ourense) se malvendieron y el turismo no despega. De nada valió la creación de organismos para el desarrollo (Inorde, Urbaourense?), ni la redacción de planes estratégicos, ni las promesas de un circuito de fórmula 1 o una factoría de coches eléctricos. El poder de Baltar (era quien nombraba los conselleiros y directores generales de Fraga) no acarreó el despegue de la provincia, sino su recesión.

En la historia de la Diputación quedará su sonoro «¡Feito!», con el que asentía a cada una de las peticiones recibidas. Fue un prestidigitador de la palabra. Las críticas (cada elección el PSOE sacaba la relación de los 400 enchufados de Baltar) las volvía loas ante los paisanos del rural (su manantial electoral), que lo aplaudían a rabiar cuando les decía: «Xa vedes que di o periódico que o que dá os postos de traballo son eu». Pocos le cuestionaban la legalidad jurídica o ética del procedimiento y pocos le hablaban de la necesaria igualdad de oportunidades en la función pública. Lo de Baltar era cosechar votos para el PP con mensajes cortos y claros: «O domingo hai que encher as urnas. Votar é tan doado como saír a dar un paseo. ¡Cinco minutiños de nada!».

Minutiño a minutiño pasaron 22 años y la misma Justicia que no vio cómo durante dos décadas su dedo colocó a centenares de familiares y amigos (propios o de sus agentes electorales) para toda la vida quiere empapelarle por 104 contratos de ¡tres meses! Un año después de abandonar la política sin ser empujado por un revés judicial o electoral, afronta su comparecencia ante el juez por hacer en el 2010 lo que llevaba haciendo desde 1990: el mayor número de favores al mayor número de amigos.

Aunque cualquier decisión judicial ya llegará tarde para rescatar a Ourense de la penumbra democrática en la que estuvo durante dos largas décadas.

Tejió una pirámide clientelar en cuyo vértice superior solo estaba él

La Justicia llegará tarde para sacar a Ourense de la penumbra democrática