Donde comen diez...

Jorge Casanova
JORGE CASANOVA FERROL / LA VOZ

GALICIA

VÍTOR MEJUTO

En Galicia se calcula que hay unas 40.000 familias numerosas, pero pocas como los Cuadrado: diez hijos y otro en camino

24 dic 2012 . Actualizado a las 10:22 h.

A Mar Dorrio en la maternidad de Ferrol la conoce todo el mundo. Ya tuvo diez partos y en unos meses irá por el undécimo. Sentada en el salón de su casa, rodeada de niños y niñas que van y vienen y nunca se acaban, responde a la pregunta que cualquiera que entrara en esa casa se haría en primer lugar: «Mi marido es hijo único y yo solo tengo una hermana, pero siempre dije que quería tener muchos hijos. Cuando lo decía pensaba en cinco, pero una vez que los vas teniendo y les vas poniendo nombre...». Carmen, Lucía, Jorge, Paula, Cristina, Ana, Isabel, Elena, Marta y Luis. Casi nada. La mayor tiene 14 años y el peque, uno. El embarazo apunta a otra niña: «Nadie se sorprendió. Con mi currículo...».

El piso, doble, es una algarabía. Y el proceso de posado para la foto, una auténtica juerga. Pero los niños obedecen y hay mucha menos bronca de la que cabría esperar entre gente tan menuda: «Hay que mantener unos ritmos: a tal hora se desayuna y a tal hora se hace tal cosa. Siempre pasa algo, que a alguno se le cae el desayuno o que se olvida la libreta o que coge un virus. Hay que llevar un ritmo, pero contando siempre con el margen de error».

En el breve tiempo de la charla, Mar despacha algunas pequeñas interferencias: una disputa por el ordenador, por ejemplo, que se zanja forzando un acuerdo o apagando la máquina. No hay acuerdo y el ordenador se apaga. No es posible gobernar de otra manera. Mientras, va relatando su actividad cotidiana, sin tregua hasta que todos duermen.

Distintos, pero divertidos

Mar y su familia viven en un mundo que no está pensado para ellos. Ocupan dos pisos porque apenas hay pisos con más de cuatro habitaciones. En el coche, «vamos ilegales», admite Mar. Porque no los hay con más de nueve plazas. Por la calle, la gente se les queda mirando: «¡Uy! Hemos tenido que escuchar de todo. La verdad es que hay gente que te para por la calle y te dice que les da mucha alegría ver una familia con tantos hermanos y que ellos también eran muchos. Sobre todo, personas mayores. Pero también nos han llamado irresponsables e insensatos y que deberían retirarnos la custodia de los niños. Nadie que no lo haya vivido es capaz de imaginarse esta realidad. Y la verdad es que es muy divertido».

«Divertido» es un término que Mar pronuncia muchas veces. Y realmente dan ganas de cerrar la libreta y ponerse a juguetear con ese río de niñas y niños un poco alborotados por nuestra visita.

-Aquí, la Navidad debe ser la bomba...

Mar se ilumina: «La mañana de Reyes es divertidísima». Es fácil de imaginar, con niños y niños abriendo regalos, estrenando juguetes. Un espectáculo. Aunque también se puede uno imaginar la factura: «¿Descuentos? Para nada. En muy pocos comercios. Pero bueno, desde que descubrí Amazon, lo compro todo por Internet». No queda otra. Mar no tiene trabajo remunerado, aunque, obviamente, nunca le faltan cosas que hacer. Su marido es profesor universitario: «Cada vez que voy al supermercado a hacer la compra del día, salgo con la intención de no pasar de 15 euros. Lo consigo el día que hago tortilla, pero el día de los filetes es imposible».

Los pisos están divididos por una puerta ignífuga, una obligación legal que ha supuesto otro gasto absurdo para la familia. En una parte duermen y en la otra viven. Mar clama cada poco por que los niños no corran para que no se queje el vecino. Y qué van a hacer los chavales, que son diez. Así que el vecino es otra víctima de la falta de protección a las familias numerosas, que son 40.000 en Galicia.

Ahora se preparan para el estacazo del nuevo recibo eléctrico, que seguirá sin tener en cuenta el número de personas que allí viven, pese al permanente y hueco discurso sobre la protección a la natalidad. El tema no se comenta mucho porque ya hemos entrado en el espacio de Carmen, la mayor, que espera para que la lleven al ensayo del festival de Navidad. No hay tregua. Con un ojo en la puerta, el otro en el salón y el pequeño Luis en el colo, Mar nos despide. Feliz Navidad.

Mar dice que la salud le ha ayudado mucho para poder traer al mundo a semejante familia. Una cesárea en diez partos es una buena marca. En poco tiempo llegará una nueva hija.

-¿La última?

-Primero que venga y que venga bien. Y luego ya veremos.

Mar dice que sus diez hijos son muy distintos entre sí. A simple vista no lo parecen tanto. Pero a la hora de convocarlos para la foto, se aprecia quién obedece antes y quién se hace el remolón; quién aguanta el posado y quién está loco por terminar.

Mar, que recita sin fallo ni vacilación los diez nombres con sus edades correspondientes, distingue sus protestas o sus demandas a distancia, con una especie de radar maternal que decodifica al emisor y el tono del mensaje, repartiendo órdenes, distribuyendo las tareas, apoyándose en las hijas mayores y confortando a quien lo necesita.

Lo peor: las plagas de piojos y los virus estomacales

Claro que no todo en el devenir de esta gran familia es diversión: «¿Lo peor? Seguramente los piojos. Y los virus».

Liberarse de una plaga de piojos con diez cabelleras mezclándose continuamente es toda una heroicidad que se queda pequeña cuando Mar explica el desembarco de los virus: «Tenemos hasta una estrategia, de retirada de alfombras y otras cosas. Porque cuando se ponen a vomitar, es tremendo».

«Escuchamos de todo: los que nos felicitan y los que nos llaman insensatos»